Usando trajes de animales.

482 34 5
                                    

Aquella experiencia en los vestidores de la tienda había sido una de las más emocionantes. Se libraron por poco de ser descubiertos.

Hyoga terminó siendo regañado por el peliverde, aunque no por mucho pues le recordó que en ningún momento se había quejado en disgusto.

Para su suerte, Shun encontró un trabajo una vez sus vacaciones iniciaron. Su labor consistía en ser animador en fiestas infantiles, o yendo disfrazado de los personajes que se indicaran. Cosa que le sentó de maravilla, pues su desenvolvimiento y encanto natural con los niños le aseguraron un rápido éxito.

El rubio entró tiempo después, convencido una vez más por su novio. Aunque no se disfrazara, se encargaba de transportar la utilería, armar, desmontar, y asistir a su pareja durante los eventos. Sin embargo, para el evento más reciente, requerían de una persona más usando disfraz. Por desgracia, la fiesta en la que trabajarían había caído en un fin de semana demasiado ocupado. Por lo que Hyoga era la única opción para acompañar al peliverde durante el evento.

A regañadientes, el rubio aceptó disfrazarse. Una vez terminó de montar todo el equipo necesario, Shun le entregó una mochila donde iba su disfraz.
— ¿Qué se supone que voy a ser? —inquirió mientras revisaba las cosas.
—Un reno.
— ¿Un reno, por qué? —su ceño se frunció cuando sacó la diadema con la cornamenta.
—A la niña le gusta Frozen, e insistió en que quería un reno, como no podemos traer uno, tú serás un reno.
—Oh no... no voy a cargar a nadie en mi espalda —se quejó de inmediato.

Shun se acercó besándole la mejilla.
—No tienes opción, patito, aceptaste hacerlo.
Hyoga bufó.
—Tendrás tu recompensa, como siempre —añadió dándole un nuevo beso. El rubio lo miró detenidamente, y asintió de mala gana.
—Bien, pero me la cobraré de la forma que yo quiera.
—Hecho, ahora date prisa, pronto empezaremos —le dio un último beso en los labios.
No esperaba que Hyoga lo profundizara, aprovechando para toquetearle la retaguardia.

Entre carcajadas y una sonrisa traviesa, el rubio se alejó para poder vestirse, dejándolo totalmente sonrojado.

Una vez listos, la fiesta dio inicio; la cumpleañera parecía encantada con Hyoga siendo un reno, y pidió ser llevada a todos lados por él. Por fortuna, sus padres lograron convencerla de que sólo podía pasear un poco sobre la espalda del reno y luego dejarlo descansar.

Shun se había vestido de conejo, fungiendo como una especie de narrador, pues con la temática de la fiesta, las actividades eran alusivas a ciertas escenas de la película.

De un momento a otro, Hyoga se vió rodeaba de varios niños que hacían fila esperando por su turno para pasear sobre el reno. Así que no tuvo opción que arreglárselas para satisfacer los deseos de los menores, aunque su espalda sufriera. Su momento favorito, fue cuando los niños de un año y más pequeños, se le fueron llevados para tomar fotos, o pasearlos sobre sus hombros con cautela. Al ser más pequeños, su peso era menor al de los demás infantes, y le permitía estar más cómodo.

Cuando la fiesta acabó, ambos disfrutaron de su comida, y un poco de medicina para el dolor muscular para el ruso, cortesía de los anfitriones; así como un extra en su pago debido al éxito y a la felicidad inmensa en la festejada.

Shun estaba por quitarse el disfraz en la habitación que les habían asignado para cambiarse, cuando su novio lo detuvo mirándolo con travesura. Adivinando sus intenciones, se apresuró a negar frenéticamente y tratar de alejarse de él, retrocediendo hacia la puerta.
—H-Hyoga... estamos en una casa ajena...
—No pasará nada, será como la última vez —aseguró atrapándolo entre sus brazos.
—N-no... para... —comenzó a removerse en cuanto la boca del ruso tocó la piel de su cuello. Una de sus manos se posó sobre sus glúteos, apretándolos con descaro sobre el disfraz de conejo.
—B-basta... H-Hyoga no...

Su boca fue callada por el beso demandante de su novio, aferró sus manos a la tela del traje de reno, en una lucha interna entre el deseo y la razón. Otra vez estaba en la misma situación. La excitación que le provocaba el ser descubiertos era tan grande, que ya casi se entregaba al deseo. Pero su lado moral seguía encendido, trabajando rápidamente por dejar de lado esas ideas y apartar al ruso de su cuerpo.

Las caricias expertas de Hyoga siempre eran su perdición. Conocía tan bien su cuerpo y aquellas zonas sensibles, que pronto mandó a volar la cordura y se dejo guiar por la mirada lujuriosa del mayor. El rubio lo recostó en el suelo, frotándose contra su entrepierna en un tortuoso ritual de preparación.

Le desabrochó la parte de enfrente del disfraz, lo suficiente como para poder tocarle y jugar con sus pezones. Shun mordía su labio inferior, intentando mantener en un volumen bajo sus jadeos y gemidos de placer. Sus manos se movieron para bajar la cremallera del traje de reno y poder tocar el cuerpo de su pareja.

Cuando estuvieron listos, Hyoga le hizo cambiar de posición, siendo ahora él quién estuviera en el suelo, y el peliverde sentado sobre su cadera. Sus miembros relucían por el liquido pre seminal. Shun decidió jugar un poco más, frotando su entrada contra el miembro de su novio, disfrutando de aquella sensación tan deliciosa, y el rostro lleno de placer del ruso. Finalmente, Hyoga gruñó desesperado, le tomó de las caderas para detener su acción y comenzar a penetrarle.

Shun le dejó hacer, con una sonrisita traviesa, gimiendo lo más bajo que podía al sentirlo entrar profundo. Se sujetó de su pecho iniciando con movimientos de cadera lentos, acompasados al ritmo del otro. Las manos del rubio recorrieron su pecho hasta detenerse con sus pezones, pellizcando y tironeando de ellos. Pronto su ritmo aumento, la adrenalina de que podrían ser descubiertos hacia de su encuentro aún más placentero.

El peliverde echó la cabeza hacia atrás en cuanto Hyoga aumentó sus embestidas, combinándolas con pequeños saltitos. Sus ojos se cristalizaron y la saliva escurrió de su boca abierta en un fino hilo mientras oleadas de profundo placer le recorrían el cuerpo. Quería gritar, gemir alto y decir cuanto estaba disfrutando de tener a su pareja en su interior.

Pero se conformó con la mirada del rubio al terminar su encuentro, una mirada que le prometía más de aquello en cuanto estuvieran solos.

30 Días de OTP (HyogaxShun)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora