Desde la Cómic Con, Shun parecía encantado con los disfraces. Tanto, que incluso se compró varias pijamas de cuerpo completo, alusivas a personajes de su gusto, con tal de sentirse disfrazado.
Por ello, cuando la siguiente barata llegó, le pidió a su hermano que no los acompañara esta vez. Una vez que le explicó sus intenciones con los disfraces, Ikki aceptó conforme y Shun arrastró a su novio hacia los centros comerciales.
Hyoga fue la víctima del nuevo gusto de su novio, pues a él también le regaló pijamas de cuerpo completo para que pudieran "disfrazarse" en pareja. El tinte negro aún no desaparecía totalmente, iba a la mitad de su cabello, procuraba cortarlo y cuidarlo meticulosamente para evitar que se dañara.
Shun le decía que parecía tener un postre llamado Chocoflan* en el cabello, pues el tinte al ir desapareciendo, le creaba un ombré que se degradaba de rubio a café y negro. Con ello, su aspecto parecía más voluble para experimentar, según lo que el peliverde solía dar como excusa cada vez que aparecía con un nuevo disfraz.
Una vez en el centro comercial, Shun se dirigió a paso decidido hacia la planta donde se encontraba toda la ropa, yendo a su nueva sección especial, con el ruso pisándole los talones. La primera tienda en su mirada tenía toda clase de materiales para armar un disfraz independiente e improvisado. Sin embargo, un negocio con apariencia de haber abierto recientemente se robó su atención.
Un gran letrero de letras neones azul y rosa rezaba con tipografía futurista Andromeda's. A través de los cristales, podía distinguir todo tipo de disfraces: pelusas, plumas y colas. Sin siquiera decir nada, tomó a su novio de la mano, tirando de él hacia el interior de la tienda. Sus ojos se iluminaron al ver los disfraces cuidadosamente colgados en perchas y exhibidos en escaparates relucientes. La decoración era increíble, con un ambiente sesentero y la música de fondo.
Una encargada se acercó a ellos dándoles la bienvenida con una alegre sonrisa antes de dar paso a la explicación de toda su mercancía, mientras los guiaba por todo el lugar. Hyoga seguía a su novio, quién parecía encantado con lo que la chica le decía y mostraba. Ese sería un día bastante largo.
Después de finalizar su recorrido, Shun tomó la decisión de probar libremente con aquellas prendas que llamaran su atención, por lo que auxiliado por la encargada, se dedicó a buscar cosas que pudieran funcionar para un buen disfraz.
El ruso pasó a ser relegado de novio-acompañante a perchero. Pronto sus brazos y hombros se llenaron con las distintas prendas que Shun escogía para poder probarselas después.Cuando estuvo satisfecho, los condujeron a los probadores, en donde finalmente estuvieron a solas. Hyoga dejó todo sobre los asientos del probador, que era lo suficientemente espacioso y reservado. Shun inició su labor examinando cada prenda con detalle, en tanto el ruso se paseaba por el lugar como león enjaulado. Hasta que su mirada se detuvo en la figura de su pareja.
Se había cambiado por unas mallas grises y camiseta blanca, al parecer estaba colocando parte de un disfraz. Pero aquella imagen de inmediato fue una tentación para él. Las piernas de su pareja siempre representaban para él una fuerte debilidad. Blancas, torneadas y fuertes, muy fuertes. Sumado a ello, su trasero resaltaba perfectamente con aquellas mallas, y una idea traviesa se le instaló.
Con cautela, comenzó a acercarse, dispuesto a cumplir su cometido. Pero antes de que pudiera rodearle la cintura con los brazos, Shun se volteó, sosteniendo una diadema con orejas peludas y triangulares de color gris oscuro.
-Agachate -ordenó.
Hyoga le observó desconcertado.
- ¿Qué?
-Vamos, no te alcanzo -hizo puchero. El ruso se inclinó lo suficiente, permitiendo que le acomodara la diadema.
-Listo... -dijo con una sonrisa.
El rubio se incorporó arqueando una ceja.
-Eres un lobito~ -canturreó para después rodearle con un cinturón con una cola de lobo-. No encuentro el resto, pero lo seguiré buscando -comentó dándole la espalda de nuevo sin más.El ruso bufó internamente. Su mirada recorrió el montón de cosas a un lado, dando con otra diadema y cola. La tomó con sigilo, de la misma forma, le puso la diadema logrando desviar su atención a él. En cuanto Shun se dio vuelta, Hyoga le apresó entre sus brazos. El peliverde jadeó sorprendido, mirando hacia arriba para ver lo que tenía en la cabeza. Orejas de conejo. Un toque en su retaguardia le hizo ruborizarse mirando con reproche a su novio.
- ¡Hyoga!El ruso le había colocado la cola esponjada de conejo, aprovechando para toquetear a su novio en el proceso. Le sonrió con picardía, al tiempo en que lo acorralaba contra la pared y su cuerpo.
- ¿Q-qué haces? -susurró con el ceño fruncido.
-Toquetar, es hora de mi compensación.
- ¡Por supuesto que no! -replicó en el mismo tono-. Estamos en una tienda.
-Y eso lo vuelve más excitante, conejito -respondió mordiéndole el lóbulo de la oreja, provocándole un jadeo.Comenzaba a restregarse contra él, a sabiendas que su novio no lograría resistirse a ello. Shun se removió, tratando de no caer ante las provocaciones de su pareja, pero era imposible, sentía la excitación causada por ser descubiertos. Sus instintos se abrían paso desde el fondo, luchando contra su cordura y razón. Al final, le ganó el deseo, fundiéndose en un beso cargado de lujuria al tiempo que las traviesas manos del ruso se colaban bajo su ropa.
Las mallas desaparecieron en un dos por tres, sus piernas se aferraban a la broncínea cadera mientras era penetrado con constancia, ahogando sus gemidos en medio de aquel extasiante beso. Las manos del ruso le sostenían por los glúteos, apretándolos cada vez que embestía contra su cuerpo.
En algún punto el resto de la ropa también desapareció, sólo las orejas de lobo y conejo siguieron en sus cabezas, mientras ellos tenían sexo en aquel vestidor.Cuando el aire se agotó, dio un jadeo y se mordió los labios tratando de no evidenciarlos, pero la sonrisa traviesa de su novio le hizo saber que no la tendría fácil. Sus embestidas aumentaron, dando en su punto, haciéndose sangrar el labio para no gritar. Sus ojos se cristalizaron y la boca se le abrió dando gemidos sordos.
Diablos, que bien se sentía.
A sabiendas de que Hyoga no le daría tregua, decidió ahogar sus gemidos mordiéndole el hombro hasta que llegó al clímax, liberándose en medio de ambos y estremeciéndose de placer cuando el caliente líquido del ruso le llenó el interior. Tuvo que sostenerse con firmeza del rubio mientras recuperaba el aliento.
Había sido la experiencia sexual más deliciosa hasta ahora.
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El chocoflan es uno de mis postres favoritos, e inevitablemente pensé en él cuando escribí a Hyoga y su etapa de destinte.
Realmente no conozco mucho como se pone el cabello cuando se pinta y eso, pero tengo amigas y compañeras de universidad que se pintan el cabello. Son muy cuidadosas para evitar que se maltrate y esponje. Así que usualmente su cabello está suave y sedoso. He visto como se degrada el color y por ello decidí poner ese factor en Hyoga y su cabello.