Algo salió mal...

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Seguro en algún momento de tu vida haz jugado a un juego de mesa, ¿No?. Pues entonces sabrás lo satisfactorio que se siente. Las idas y vueltas, esa pequeña rivalidad en auge, la adrenalina, el tener que pensar cada jugada, sí, es simplemente genial...



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Las horas se conviertieron en días, los días en semanas, pero el "juego" permanecía igual de divertido.
Nuestro procedimiento era algo simple; arriesgado en ocasiones, pero siempre parecía surtir efecto.

Empezaba el recreo, yo me escabullía sigilosamente fuera de clase, él ponía una excusa tonta al Bakusquad y quedábamos cerca de su casillero, que se hallaba en el ala derecha de la U.A.
A menudo teníamos una sesión de besos allí, pero cuando la cosa se ponía más...interesante, iniciábamos un diálogo
tan repetitivo que parecía de película:

-Hola-

-Hola preciosa, ¿Qué tal?-

-Nada muy nuevo, sólo estuve esperando todo el día para verte-

-¿Crees que yo no?-

-No tanto como yo...-

-Te vi en el entrenamiento, adoro cómo luces en tu traje de heroína-

-G-gracias, a mí también me gusta el tuyo...-

-¿Ah sí?, ¿O lo que te gusta es que se marquen mis abdominales, pequeña pervertida? -

-*sonrojo* ¡N-No!, me gusta el color...-

-*risa*-

-Pues a mí no me gusta lo seca que se ve tu boca hoy...déjame arreglarlo-



Y nos besábamos, nos besábamos de forma ruidosa pero a la vez delicada. Desde una perspectiva ajena podríamos parecer dos salvajes que no les importaba nada, pero para nosotros ese era un juego interminable (y con el tiempo se ponía cada vez más picante)

Volviendo al tema, en estos casos tan particulares, hacíamos uso de un lugar desapercibido para los demás pero muy atractivo para nosotros: el cuarto de limpieza.

Ese cuartucho de no más de 2 metros cuadrados, ubicado al final del pasillo, colmado de escobas y fregonas era nuestra "herramienta secreta". Nos metíamos disimuladamente, trabábamos la puerta y gracias al poco espacio, teníamos todo el tiempo del mundo para...bueno, ya se lo imaginan.

-Me gusta esto, ¿Sabes?- murmuró en mi oído, desabotonándome la camisa.
-A mi también, pero...¿Qué pasa si nos descubren?- respondí, desatando su corbata. -Después de todo, Aizawa sensei podría...-
-Eso lo hace más divertido- interrumpió, arremetiendo contra mi cuello, dejándome besos y mordidas al mismo tiempo, golpeando mi piel con su respiración agitada.

Odio admitirlo, pero me encanta cuando lo hace. Aquel simple gesto, sus manos en mis caderas, el sentir que me devoraba como al más delicioso pastel era gratificante, sin duda una faceta suya que mantenía muy bien escondida, pero que afortunadamente pude conocer.

-Ughh, S-sero- mi cuerpo temblaba como una hoja, digamos que él era...hábil con la lengua.
Todo esto parecía gustarle demasiado, porque aparte de reír quisquillosamente con mis gemidos, desencadenó en otra cosa...un poco menos placentera.

~•La tutora (Hanta Sero x Reader)•~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora