Capítulo 16: Aquellos fueron los días de nuestra vida.

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Miré y Jacobo seguía de pie, pero Carla estaba de rodillas, cogió el arma que había dejado caer, apuntó a Jacobo y disparó, pero mató al hombre que estaba detrás de mi, luego ella cayó me estaba mirando y parecía que decía algo, pero no sé el que, poco después murió.

Diego había matado a toda la familia que me quedaba, al amor de mi vida.

- Puta- Dijo Jacobo escupiendo al cadáver de Carla.

"Of course i don't believe you're dead and gone" Recordé una canción del grupo que tanto me gustaba.

Me cogieron dos hombres que acababan de llegar y me pusieron enfrente de Jacobo, me quitaron el trapo de la boca.

- Ahora eres libre te puedes ir, no te mataremos si te portas bien- Dijo Jacobo con cara de loco.

- Cuando te veo... cuando te vuelva a ver, te mataré- Dije llorando y sin fuerzas.

Me sacaron del almacén, volví a la urbanización y cogí mi arco, mi mochila, y me puse a escribir.

Esta es la última hoja, mataré a esos cerdos y despues pensaré que hacer.

Ahora recuerdo aquellos días, en los que Félix y yo estábamos locos. Éramos felices, parece que fue hace tanto cuando lo conocí, aquellos días no teníamos preocupaciones, solo disfrutábamos.

También recuerdo aquellos días con Carla, tantas risas, tantos momentos tristes, de lucha, momentos que no volvería a vivir, momentos que solo puedo recordar y alegrarme por todo lo que vivimos juntos, aquellos días fueron verdaderamente los mejores días de nuestras vida.

Sé que aquellos días no volverán, por mucho que lo desee, pero siempre quedaran en este diario.

A partir de aquí yo, Diego, seguiré con la historia de David.

David mató a los pocos guardias que había de manera silenciosa, así es como pudo entrar en el almacén sin que nos diéramos cuenta, uso ese arco que siempre llevaba, entró en la sala donde estábamos mi hermano y yo.

- ¿Cómo has entrado?- Dijo mi hermano

- Te juré que te mataría- Dijo David con lágrimas en los ojos, y una cara que reflejaba odio.

Apuntó a mi hermano con una pistola, cogí la mía y le apunté.

- ¿Me mataras, Diego?- Dijo él- ¿Me mataras como hiciste con Carla y Félix? No entiendes que si matas a tu hermano todo esto parará y podremos marcharnos.

- ¿Crees que matará a su hermano, imbécil?- Dijo mi hermano.

- La vida tiene varios puntos de vista, no sabemos cual es el correcto pero debemos elegir uno, él odia lo que haces- Dijo David.

- ¡Cállate!- Le grité.

- Me ayudaste con las pruebas, creí que éramos amigos...- No pudo acabar la frase, porque le disparé en el pecho.

Cayó de rodillas, soltó la pistola, varias lágrimas corrieron por sus mejillas y por las mías.

- Me has disparado, hijo de puta- empezó a salir sangre por su boca y cayó muerto al suelo.

- Imbécil, ¿Por qué has tardado tanto? Podría haberme matado- Dijo mi hermano.

- Lo siento.

Perdí su confianza por unos días, pero habíamos oído un mensaje del ejército español recogerían a todos los supervivientes que se encontraran en el puerto de Vizcaya.

Antes de irnos cogí la mochila de David, allí encontré este diario que empece a leer a escondidas. Una noche me acerqué a su tienda, con una pistola en la mano, había tenido pesadillas con la escena de David, él tenia razón tuve que matar a mi hermano entonces.

- Jacobo, despierta- Dije.

-¿Que pasa?

- Alguien ha venido por tí- dije en la oscuridad con la pistola escondida en mi espalda.

- ¿Quién?

- La muerte- le dije sacando la pistola, le apunté sin miedo, decidido.

- ¿Qué coño haces?- Dijo encendiendo la luz.

- Sabes que significa tu nombre, significa "el que agarra por el pie", su origen es bíblico. Había una mujer embrazada de dos hijos, uno de ellos agarra al otro por el tobillo por que quiere ser el primogénito, es un egoísta y un capullo integral- dije.

- Nuestros padres no se equivocaron en ponerte el nombre- seguí- Por tu culpa se divorciaron, cuando cogiste el coche de mamá rompiste el manguito del freno y decidiste no decírselo. Pero la mataste, nadie nunca te ha querido, y nunca nadie te querrá, ahora sufre trozo de mierda- Le pegué un tiro en los huevos, luego en el abdomen.

Me marché de allí lo dejé sufriendo, lloraba como un niño pequeño. Me dijo que lo que hacíamos estaba bien por que eran débiles y los débiles merecían morir, pero allí estaba llorando y gritando como un débil.

Se lo dije de manera concisa, se lo creyó, se le veía en los ojos. Lo hice tarde pero lo hice.

Otro día cuando no esté tan cansado escribiré lo que hice por David.

El ejército nos llevo a mí y a muchos supervivientes más a una base en Reino Unido allí conocí al ex-comandante Franklin Cooper.

Diario Nº 02342Donde viven las historias. Descúbrelo ahora