¿Me sonrió a mí?

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Lo miré por unos segundos sin que se diera cuenta.

De hecho era imposible que se diera cuenta, llevo haciendo esto desde hace un año y aún no se entera.

De cerca es aún más hermoso. Me tapé la cara con una mano y lo miré de reojo.

¡Tiene un lunar! ¿Cómo es que no había visto eso hasta ahora?

Sacó un cuaderno y un bolígrafo de su mochila y empezó a copiar lo que escribía la vieja en la pizarra.

Yo obviamente no iba a copiar nada, no ahora que lo tenía tan cerca de mí.

Se suele morder las uñas. Interesante.

Sacó una botella de agua y tomó dos tragos. Sus labios se quedaron mojados y no pude evitar pensar en como se sentiría tocarlos con los míos.

Desvío su mirada hacia una esquina donde estaba otra mina : Nicole.

Ella lo miró y le sonrió.

¿Quién se cree para sonreirle? Ella no tiene ese derecho. Yo soy la única que puede hacerlo.

Me cuesta controlar mis celos a veces. Me vuelvo histérica y parto todo, sin pensar en las consecuencias.

En realidad no me importan las consecuencias, yo hago lo que quiero, soy mayorcita.

Él dejó de mirar a esa perra y después de un año su mirada se posó en mí.

Desvié mi mirada rápidamente y miré mi cuaderno que estaba en blanco aún.

¿Por qué me miras tanto? Ya sé que soy fea, pero tampoco tenes que pasarte tres horas para darte cuenta.

- Señorito Palacios, ¿podes dejar de mirar a tu compañera y ponerte a escribir? - le dijo la vieja.

¡Qué irónico!

Lo miré por un segundo y vi que se había puesto rojo.

Si él tan solo supiera las horas que me paso observándole.

Pienso en el 24/7, cuando como, cuando me ducho, cuando salgo a pasear a mi perro, cuando duermo.

Básicamente cada vez que respiro.

Me acerqué un poco más a él sin que se diera cuenta e intenté oler su perfume.

¡Qué rico!

Retrocedí al instante y bajé de nuevo la mirada. No quería hacerlo tan obvio.

Me gustaría acariciar su pierna que está a cinco centímetros de la mía, aunque sé que eso delataría que gusto de él.

Abrí mi mochila y acaricié con mis dedos uno de sus gorritos. Siempre lo tenía ahí para situaciones de emergencia.

Tenía varias prendas suyas que había podido conseguir cuando él estaba distraído.

Necesitaba tener algo de él para no ponerme nerviosa cuando no podía verlo por más de seis horas.

Conocía a su padre y a su hermanito menor, sabía que los tres eran amantes del fútbol.

Suelo ir a esos partidos para poder estar cerca de ellos y sentirme parte de la familia.

Pronto lo seré, yo lo sé.

El timbre tocó por fin y todos los estudiantes cambiaron sus expresión a la vez.

Miré a Mateo por última vez, quizás ésta fue la única oportunidad de estar tan cerca de él, así que sabía que éste recuerdo no se iba a borrar pronto de mi mente.

Él se levantó y volvió a mirarme. No pude resisitirme y lo miré también.

Nuestras miradas se cruzaron y me sonrió.

¿Cómo?













Ya me voy a dormir , son las 3:12 de la noche, estoy muerta jajaja.

𝘝𝘢𝘭𝘦𝘯𝘵𝘪𝘯𝘢; 𝘛𝘳𝘶𝘦𝘯𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora