Me quedé tildada por unos segundos. Él seguía mirándome sonriente.Negó con la cabeza varias veces y finalmente se fue.
Salí de la clase un poco alborotada, no podía creer que Mateo me había sonreído.
Yo sabía que éste día iba a llegar alguna vez, pero no me esperaba que fuera tan rápido.
Ver su sonrisa tan de cerca logró impactarme tanto que en el resto del día no pude concentrarme en hacer nada.
Cuando tenía que irme a casa empezó a llover muy fuerte, qué suerte tengo de tener coche.
Me ponía triste porque hoy no podía seguirle hasta su casa, pero tampoco quería enfermarme.
Vi que Mateo estaba esperando a alguien en la lluvia porque las puertas del instituto se habían cerrado.
Verlo así, todo mojado, despertó en mí unas ganas de coger que nunca había tenido antes.
No Valentina, no podes ayudarlo. Él se daría cuenta.
Finalmente decidí que no podía dejarlo en la lluvia porque luego se iba a enfermar y no podría verlo a diario.
Aparqué a su lado y vi que él me miró sorprendido.
No me mires así que te como la boca.
- ¡Entra! - le grité fuerte para que me escuchara.
En unos segundos el coche se abrió y Mateo se sentó a mi lado.
- Lo siento, te mojé el asiento. - me dijo apenado.
No solo el asiento, hijo de puta.
Me di la vuelta y me estiré para agarrar una toalla que tenía en los asientos de atrás.
Se la di y él volvió a sonreírme.
- Gracias.
- De nada. - le dije y por primera vez le sonreí.
- ¿Puedo hacer algo para compensar lo que has hecho por mí?
Se me ocurren algunas ideas, pero aún me parece temprano.
- Dejarme los deberes, podría ser. - le dije divertida. Realmente los necesitaba porque no tenía idea de lo que habíamos estudiado hoy en clases.
- Claro. Dame tu número de teléfono.
Espera. ¿Mateo Palacios me está pidiendo el número? ¿A mí?
Se lo dije y él lo apuntó rápidamente.
- Te voy a enviar un mensaje para que memorices también el mío. - asentí.
Ya lo tengo amor, no te preocupes.
En pocos segundos llegó un simple mensaje "🔥🔥🔥🙈".
- Ya lo guardé. - le sonreí.
- Cuando llegue a casa te los mando.
No mientas Mateo. Lo primero que haces cuando llegas a casa es cambiarte de ropa y comer.
Luego te gusta jugar con tu hermanito o salir con tus amigos y finalmente haces la tarea.
Lo sé todo sobre vos, no me podes engañar.
- Nunca te he visto por el barrio. ¿Qué hace una piba tan linda como vos encerrada en casa?
Me paso más tiempo que vos en la calle Mateo, no digas pelotudeces.
Y en todo caso estoy en el balcón de tu casa, no en mi casa.
- No me gusta salir mucho. - le dije y el asintió.
Vi que estaba temblando así que puse la calefacción más fuerte.
Se quitó la camiseta y abrí mis ojos ampliamente. Empezó a secarse con la toalla que minutos antes le había dado.
No sabía que más decirle hasta que viniera su padre, pero no quería quedarme en silencio.
- ¿Cuánto te mide? - le pregunté sonriente.
Pues eso.
