Lo inesperado

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Todo estaba en silencio. Un silencio incómodo, de éste que te empieza a ahogar por dentro, como si te hicieran nudos en el intestino. Siempre sucedía lo mismo unos minutos antes de que las puertas se cerraran. Y más un día como hoy, que los corredores todavía no habían vuelto. Un chico rubio y acento extranjero seguía de pie frente a la puerta .
Sus brazos estaban cruzados y su ceño estaba fruncido. La mirada estaba fija en el fondo del pasillo, oscuro y con varias lianas que lo cruzaban.
Tragó saliva y miró su reloj una vez más.
-Quince minutos. ¿Acaso estaban locos? Era arriesgar demasiado... tal vez los laceradores les habían pillado.

-¿Newt? - una voz llamó al chico, lo que hizo que saliera de su hipnosis. - no puedes quedarte toda la vida en la puerta.
-Faltan quince minutos. No han llegado todos. Minho y los demás llegan tarde.
-Llegarán, siempre lo hacen... se habrán entretenido.- dijo el moreno.
-Te veo muy tranquilo, Alby... te recuerdo que siendo el líder deberías preocuparte más por ellos.
-Te tengo a ti para esas cosas... - le sonrió con dulzura.- ¡Mira! ya vienen.

Al fondo del pasillo se veía a los tres chicos que faltaban. El sudor corría por sus frentes, y los jadeos se oían desde lejos. Pasaron la puerta, y Newt volvió a mirar el reloj. Ocho minutos.

-¿¡Estáis locos!? ¿Cómo se os ocurre apurar tanto la hora? ¿Es que no miráis el reloj, eh, shanks ? - les gritó con más preocupación que enfado.
-Tranquilo, estamos aquí ¿no? Hemos visto a uno de esos mierteros penitentes , bueno, mejor dicho lo hemos oído.
-¿De día? - se adelantó Alby.- eso es extraño.Están más agresivos que nunca.
-Deberíamos adelantar la hora de llegada para los corredores, no es cuestión de que pase de nuevo algo como esto.
-Bueno... me parece bien, Newt. A partir de ahora llegaréis cuarenta minutos antes de que se cierren las puertas... ¿oído?
-De acuerdo - dijo el chico de rasgos asiáticos y pelo negro. - ¿Podemos irnos ya a la sala de mapas?
-Id. - anunció Alby. Y así estos marcharon a ese lugar. Se quedó a solas con Newt y le pasó el brazo por los hombros. - ¿Ya estás tranquilo?
-Sí... - susurró éste sintiendo como Alby metía su rostro entre su pelo e inspiraba. - Alby... no es el momento. - dijo mientras un escalofrío le recorría en cuerpo.
-Te echo de menos.
-Lo sé. Pero no es el momento.- se apartó este. - Mas tarde, ¿vale?
-¿Cuándo?
-No lo sé, pero ahora no.
-Pásate por mi tienda media hora después de la cena. Ya me entiendes...
-De acuerdo... vamos a cenar.

La cena era más de lo de siempre, pero tras un día así de duro cualquier cosa que te pusieran en el plato entraba bien. Al menos era un sitio donde nunca hacía frío, ni extremado calor. Eran unas condiciones perfectas, y rara vez llovía. Nadie sabía que hacían allí, ni quien les había metido en aquel sitio. Pero luchaban cada día para escapar.

Cuando pasó media hora desde que habían cerrado la cocina, Newt se dirigió a la tienda de Alby. No sabía cuando había empezado esa relación, pero hacía ya mucho desde que se veían en su tienda y tenían relaciones. No estaba mal del todo, es decir, era placentero... pero Newt en el fondo no se sentía del todo cómodo con aquello. No quería que la gente pensara que era el segundo al mando solo por estar liado con el líder, que era lo que podía parecer... aunque no negaba disfrutar con aquellos encontronazos en su cama. El sexo era sexo al fin y al cabo, y era una forma de olvidar todo lo demás.

Alby estaba desnudo en su cama, con el pecho brillando por la tenue luz de la choza. Enseguida sonrió al verle entrar, y le hizo un gesto para que se acercara. Llevaban un tiempo sin hacerlo, bastante de echo, y se notaba que lo ansiaba con locura.

-Ven aquí... - susurró, y en cuanto Newt estuvo cerca tiró de su mano para tirarlo sobre él.- te echaba de menos... mucho...- dijo para parar y besarle, tirando de su camiseta para arriba.- ¿Y tu a mí?
-También...- dijo correspondiendo a su beso y dejándose tocar por Alby.-

El sexo aquella noche fue duro y apasionado, y como solía pasar, Alby dominaba continuamente, lo que siempre producía un leve dolor a la mañana siguiente en el trasero de Newt.
Newt siempre intentaba poder tomar el control, pero nunca se lo permitía, siempre lo tomaba de forma fuerte, aunque ahora ya no le dolía tanto como al principio.

Aquella mañana les despertaron el sonido de una sirenas, lo que avecinaba la llegada de un novato al Claro. Alby se levantó dejando a Newt en la cama y comenzó a vestirse.
-Anoche estuviste espectacular. - le dijo poniéndose la camiseta.- cada vez disfruto más de tu compañía.
-Me... alegro de que te gustara. - dijo frunciendo el ceño, aquel comentario le había parecido incluso algo grosero.- Tu también estuviste bien.
-Será mejor que vayamos a ver que cosecha nos han traído, a lo mejor tenemos una mascota para Chuck.- Dijo riendo el moreno.

Newt se vistió y salió un rato después de Alby para evitar que les vieran salir de la misma tienda. Se acercó a la caja, donde ya un montón de chicos se había arremolinado a su alrededor.
-Me toca a mi saludar primero al novato . - dijo Gally, un chico que siempre parecía estar de mal humor, alto, fuerte y de mirada penetrante.

El pitido de la caja se hizo cada vez más fuerte, hasta que sonó un ruido final. Newt tiró de una puerta, y Alby de otra. En el interior había un chaval más, de pelo marrón y ojos castaños. Llevaba la ropa sudada y como todos al llegar, parecía aterrorizado.
Gally entró en la caja y le agarró de la camiseta sudada, tirando de el para sacarle de ahí.
-Hola , novato hora de levantarse

El nuevo se apartó como pudo de todos ellos, temblando y tropezando sin parar, lo que despertó una risilla entre los clarianos.
-Tranquilo, nuevito No hay billete de vuelta. - insistió Gally, sin ayudar mucho.

Correr o morir, lo no contadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora