Reacciona

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Les habían oído, cómo no. Estaban cerca... más que cerca. No pasó mucho rato para que lo vieran. Estaba al fondo del pasillo, y comenzó a moverse hacia ellos, lentamente. No iba a cazarlos. Iba hacia Newt.
-¡ALBY! Desátame. ¡DESÁTAME! Tenemos que sacarle de aquí. ¡ALBY! - Alby estaba paralizado de terror. Era como si hubiera vuetlo en si de nuevo, como si estuviera viendo a la mismísima muerte delante de él. Se giró hacia Newt y sus ojos se volvieron cristalinos ?
-Thomas... perdón... yo... qué he hecho... - volvió a mirar a Newt, aterrorizado con la imagen del chico envuelto en sangre.

El lacerador se acercó, pasando de largo de Alby, y agarrando a Newt del pie con el brazo mecánico. Continuó tirando de él con tranquilidad, sabía que no iba a ejercer ninguna resistencia. Sabía que posiblemente, ya estaba muerto.

-No... por favor... Newt... - sollozó.- ¡Newt! ¡No me dejes! ¡Por favor! -pero sus lágrimas no sirvieron para nada, ya que cada vez lo arrastraba más lejos. - Alby... ayúdale. Si alguna vez le has querido... ayúdale. Si no está muerto ya... sálvale.

Alby miró a Thomas, y finalmente actuó.
-Prométeme que le vas a cuidar. Es muy buen chico... él... él no está bien.
Ayúdale.
Consigue que sea feliz... el tiempo que le queda. -dijo como si supiera muy bien de lo que hablaba.

Tras eso, cargo con todo su cuerpo contra el lacerador, haciendo que soltara a Newt y se peleara con él. Oyó gritos, tintineos metálicos y horribles crujidos. Pero al final, tanto Alby como el lacerador yacían en el suelo, sin vida. No mucho más lejos de ellos, estaba el chico rubio, que ahora a causa de la sangre parecía pelirrojo. Thomas consiguió soltarse de las ataduras, y corrió hasta él. Tuvo cuidado al levantarlo, pues primero examinó su estado. Trató de encontrarle el pulso, pero no había suerte.

Se acercó a sus labios y comenzó a hacerle el boca a boca. Sus esfuerzos duraron unos amargos y largos minutos, hasta que por fin, el corazón de Newt volvió a latir.

-Qué te ha hecho... por qué... ¿por qué? ¡Por qué has tenido que hacerte esto por mi! - sollozó abrazándolo con cuidado.- te prometo que vas a salir de esta... te lo prometo. Te quiero... Ojala pudieras oírme...- le acarició con suavidad la mejilla y trató de moverle, pero sentía que se le iba a caer en cualquier momento.
Tuvo que esperar a Minho, quién pensó al principio que a Newt le había atacado un lacerador. Thomas tuvo que contarle lo que había pasado y, para su sorpresa el chico le creyó y se sintió mal por Newt.

-Le vamos a sacar de aquí. Siento lo que pasó. Se que tu y yo dejamos claro que no tendríamos nada, pero... cuando entró en la tienda...
-No es tu culpa. Sólo ayúdame a que no se muera. Por favor.
-No permitiré que muera.
Aquella noche fue crítica. El pecho de Newt estaba totalmente hundido, y había cogido un color morado y negro. Era muy probable que tuviera hemorragias internas, pero en el Claro no había medios para descubrirlo, y sólo podían esperar que sobreviviera unos días. Habían tenido que darle puntos en el trasero, ya que había sufrido un fuerte desgarro, y además tardaría en caminar un tiempo, ya que tenía una pequeña hemorragia en la pierna derecha. Su rostro estaba cubierto de heridas, y la parte que le había golpeado contra la pared estaba un poco hinchada y con heridas.

Los días pasaban, y apenas conseguían darle líquidos para que no muriera por deshidratación. Thomas no se había separado de él desde que habían llegado. Era quién trataba desesperadamente que comiera, quién le revisaba las heridas y quien velaba por él. Si no comía, su cuerpo no tenía fuerza para aguantar. Y ya era la tercera noche que pasaba inconsciente.

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Alguien lloraba a lo lejos. El chico oía como si a varios kilómetros alguien gritara su nombre. Pero no podía abrir los ojos, era como si pesaran toneladas. No podía moverse. El cuerpo le pesaba, y veía al fondo una pequeña luz que parecía agradable. Pero cada vez que daba un paso hacia ella, volvía a oír cómo alguien gritaba su nombre en la otra dirección. Y entonces retrocedía. Pero cada vez le costaba más dar los pasos, y al final siempre acababa en el mismo sitio. Necesitaba ir hacia una dirección. La luz brillaba con fuerza, cómo si quisiera cogerlo en un abrazo y llevarse todo el dolor de su cuerpo. Pero aquella voz de la lejanía... era como si la luz pudiera esperar, pero esa voz no. Así que antes de comenzar a andar en el camino de la oscuridad, le susurró a aquel destello algunas palabras.
-Me necesitaras.Volveré. Pero hoy no es el día .....

Correr o morir, lo no contadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora