Capítulo 6

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Caleb se despertó gracias al sonido del ruidoso despertador y los cantos horrendos de su hermana

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Caleb se despertó gracias al sonido del ruidoso despertador y los cantos horrendos de su hermana. Tuvo la tentación de entrar en su habitación y decirle algún comentario sarcástico, pero decidió ser bueno con ella aquel día.

Observó durante unos segundos la maleta e hizo una mueca desagradable. A todos les parecía encantar la universidad, menos a él.

No es que no le gustara estudiar, pero simplemente prefería mucho más el instituto con sus amigos de siempre y sus chorradas. Todo era más sencillo y no tenía la presión de sacar buenas notas para poder tener la carrera.

Se vistió con una rapidez sorprendente viniendo de él y se encontró con Bree, quien acababa de ducharse.

Cojeaba.

—¿Te has hecho daño en el pie?

—Puede ser...

—¿Cómo?

—No lo sé. Jugando a fútbol.

«Mientes fatal.»

—Pero si no sabes jugar a fútbol.

Bree le dirigió una mirada que le hizo callarse y el asunto quedó ahí.

Caleb desayunó lo más rápido posible ya que había quedado con su amigo Isaac para irse juntos en el coche.

Sin embargo, por más rápido que comió, llegó diez minutos tarde.

—Tío, siempre llegas tarde —le dijo Isaac nada más verlo.

—Lo sé, lo siento. Bree me ha entretenido.

«Le echaré la culpa a ella hoy...»

Los dos amigos subieron en el coche y Isaac puso su emisora de rock mientras que los dos cantaban a pleno pulmón las canciones que conocían.

Se conocieron en los primeros años de instituto y nada había cambiado desde entonces, excepto Isaac, quien antes era Isabella.

—¿Preparado para los exámenes que se vienen? —le preguntó Isaac, revolviéndole el pelo.

—Nunca y lo sabes.

Cuando llegaron a la universidad, Zoe fue a saludarlos. Eran considerados el trío de la universidad por lo bien que se llevaban y la química que había entre ellos. Caleb adoraba completamente a Zoe y se sentía afortunado de haberla encontrado.

—Chicos, me acabo de encontrar con La Pepinillo y me ha mirado de una forma diabólica.

La Pepinillo era una de las profesoras de los tres amigos y se había ganado ese apodo por su enorme nariz.

—¿Enserio? Esa quiere suspendernos a todos —murmuró Isaac.

—Ya lo creo... Mejor será que prepares las chuletas, Isaac —le dijo Caleb.

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