Capítulo 9

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—¿Puedes traerme un vaso de agua? -preguntó Amy.

Paige miró a su hermana durante unos segundos, pensando en todo menos en el vaso de agua.

«¿Qué estará haciendo Bree? ¿Por qué no me ha enviado ningún mensaje? Dios, estoy siendo demasiado... controladora. No debería querer hablar con ella todo el tiempo, no es normal. No me ocurre con Dan, mi amigo. Bree tiene algo especial y no llego a comprender el qué.»

—¡Paige! ¡No me estás escuchando!

—¿Qué quieres?

—Un vaso de agua.

Amy se incorporó en la cama, un tanto irritada por la poca atención que estaba recibiendo por parte de su hermana.

—Te lo traes tú. Amy, cariño... Te das cuenta de que no soy tu sirvienta, ¿no?

Su hermana llevaba algunos días en los que estaba bastante sensible y quizás por eso no le sorprendió a Paige que se pusiera a llorar tan rápido por un simple vaso de agua.

Paige le limpió con suavidad las lágrimas, deseando que dejara de llorar de una vez. A veces, Amy la ponía nerviosa. No podía evitarlo y aunque la adoraba con todo su corazón, ciertos comportamientos la irritaban.

—Ya nadie me hace caso... Mis amigas no hablan conmigo, mamá y papá están raros y las profesoras del colegio no me han dejado pintar el dibujo que yo quería.

—No llores, ¿vale? Enseguida te traigo tu vaso de agua. Y Amy... No me gusta que te pases todo el día en la cama. Mañana saldremos a pasear si hay tiempo o al menos haremos algo diferente.

Amy asintió, mucho más complacida y Paige soltó un suspiro.

«Me resigno a ser su sirvienta...»

Atravesó el pasillo hasta llegar a la cocina y frenó en seco al escuchar las voces de sus padres.

Sabía a cierta ciencia que espiar no era bueno, pero las voces de sus padres sonaban preocupadas y frustradas. Tenía que escucharlo.

—¿Por qué Amy? ¿De todos los niños? No es que se lo desee a ninguno, ¿pero por qué ella?

—No lo sé, Marie. No creo que ningún padre quiera que le ocurra esto a su hijo.

Paige se asomó tan solo un poco para ver cómo su madre negaba con la cabeza y se apegaba aún más a su marido.

—Sus amigas le han destrozado el corazón, Robert. La han apartado de sus vidas como si estuviera muerta y ya no existiera...

—Los padres han tenido influencia. Ya sabes que vivimos en un pueblo pequeño, donde nunca ocurre nada y cuando pasa algo fuerte... Amy ha sufrido mucho y no se lo estamos poniendo fácil. En la escuela la ven como un bicho raro y estoy seguro de que los padres de sus amigas han hablado mal de ella, como si todo lo que sufrió pudiera contagiarse.

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