Capítulo 8

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Lo primero que hizo Caleb al llegar a la casa de sus padres fue entrar sin ni siquiera saludar a su familia en su habitación. La inspeccionó con cautela mientras escuchaba las carcajadas de Bree.

«Quizás esto sea un poco patético, pero mi habitación es sagrada.»

Al ver que nada parecía fuera de lo normal, bajó a saludar a sus padres y a su hermana.

—Como vuelvas a entrar de esta forma otra vez y sin saludar...

—Todo es culpa de Bree, mamá.

—Claro, siempre es culpa mía, ¿no?

—La mayoría de las veces.

Bree le sacó la lengua de la forma más inmadura posible y Clarisse se llevó su mano a la cabeza, negando lentamente.

—No puedo creer que acabes de llegar y ya estéis enfadados.

—Así somos todos los hermanos.

Su padre, quien se pasaba la mayor parte del tiempo callado y simplemente observando, entró en la conversación.

—Tu tía Agnes y yo no nos peleábamos nada.

—Claro... Ya estaba demasiado vieja como para abrir la boca —murmuró Caleb.

—¡Caleb! ¡No hables así de tu tía! —le gritó su madre.

Bree se llevó su mano a la boca para contener su risa y Caleb decidió que ya había tenido suficiente drama familiar por un día. Tenía que estudiar y no podía pasarse el tiempo peleando con su familia entera de aquella forma.

Su plan principal era que nadie lo molestara, pero en cuestión de una hora, Bree lo interrumpió entrando a su habitación y provocándole un infarto.

—Como entres así otra vez...

—He escuchado la conversación de nuestro padre con su queridísima hermana Agnes y viene mañana a cenar. ¡Mañana!

«He venido aquí para poder descansar de la universidad y concentrarme en adelantar mis estudios. Mañana es el día menos indicado para que venga esa vieja.»

—No —le dijo.

—¿Qué?

—Me niego.

Bree sonrió de una forma burlona a pesar de lo alterada que estaba.

—No puedes negarte y ya está. No eres el rey de esta casa, Caleb.

—Yo creo que sí que lo soy.

Bree rodó sus ojos y se sentó en la cama de su hermano, estirando las piernas y soltando un suspiro.

—Hablando en serio, Caleb, estoy preocupada por mamá. Ya sabes cómo le afecta cada visita que hace nuestra queridísima tía Agnes. Al principio bebía como una loca. Ahora ya no sé lo que hace...

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