Bree tiene un plan.
Debe hacerse amiga de una bonita chica de su clase llamada Paige y llevarla a su casa para que su hermano pueda conocerla al estar enamorado de ella.
Se suponía que era un favor para ayudar a su hermano Caleb, aunque todo empie...
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Paige había decidido no contarle nada a Bree para ahorrarse el discurso de cómo invadir la privacidad de una persona estaba mal hecho. En el fondo, muy en el fondo, sabía que lo que estaban a punto de hacer no estaba del todo bien.
«A la mierda... Santi tampoco hizo las cosas bien y Dan aún no se ha podido recuperar de su primer amor.»
De Paige:
Ya estoy en la cafetería. Santi acaba de llegar y se ha sentado cerca de mí. No me ha visto, estoy bien escondida.
De Dan:
Paige...
De Paige:
Relaja, anda. Desde aquí lo podré escuchar todo. ¿Estás llegando?
De Dan:
Ya estoy aquí.
En efecto, Dan acababa de entrar por la puerta. Nada más que vio a Santi, se acercó a él y se sentó en la silla que quedaba justo delante.
Paige escuchó perfectamente como su amigo se aclaró la garganta y Santi le dijo:
—Pensaba que no vendrías.
—No tenía pensado venir.
«Esto es más entretenido que cualquier película, por muy buena que sea.»
Paige supo que el ambiente estaba tenso y se acercó un poco más, para escuchar con mejor claridad.
—Eh... Probablemente te estarás pensando por qué te he llamado.
—Estaría bien saberlo.
Santi tomó aire y cerró los ojos durante apenas unos instantes y murmuró:
—Fui un estúpido. Uno muy grande. Todos los meses en los que tuvimos algo que trataste bien y lo eché todo a perder por mis miedos tontos. Sé que te hice daño. Ni siquiera querías mirarme cuando nos cruzábamos por el pasillo y no sabes lo mucho que me arrepiento.
—¿A dónde quieres llegar con todo esto? —le cortó Dan de forma brusca.
—No fuiste un experimento. Fuiste de todo menos eso y me odio a mí mismo por hacerte sentir como que fuiste utilizado. He estado reflexionando y sé que sonará ridículo pero... creo que en los pocos meses que estuvimos juntos, logré enamorarme de ti.
«No puede ser. ¿Lo está diciendo de verdad?»
Dan empezó a toser.
Aquella era la señal. Debía marcharse inmediatamente o tendría problemas con su amigo.
«Me esperaré unos minutos más. Dan no sabrá si me he ido o no.»
—Si esta es alguna forma para seguir jugando conmigo...
