》𝐃𝐢𝐞𝐳《

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• The Only Reason - 5 Seconds of Summer •

Quizás era demasiado el frio de julio, o tal vez las angustias que un nuevo mes le significaban. Pero lo único que inundaba en su cuerpo, en ese instante, era un ligero temblequeo. Acompañado de un vacio estúpido, un miedo inexplicable, tras encontrarse a unas cinco cuadras de su escuela.

Nunca se identificó como un niño miedoso, ni un adolescente con aquellas características, detestaba la gente que parecía morir del miedo ante cualquier accionar menor, pero, en ese momento, el llegar a un lugar donde se vería tan expuesto solo le significaban miles de sensaciones.

En semanas anteriores, la llamada que compartió, con su ahora, ex novio, lo había llevado directo a la ruina, cual animal desamparado. Para su suerte, logro mantener algún contacto con su madre, llegando al acuerdo de adelantar su mensualidad. Cosa funcional, durante la primera semana, en donde no encontraba mayor fuerza como para salir de su casa, aquello que llegaba a ingerir lograba ahuyentarlo. Pisado el veintiséis de junio, se encontraba con unas veintidós faltas, en ningún momento recibió mayor preocupación por parte de alguien, exceptuando por su padre. Un día llego a notarlo en algunas de sus caminatas de camino a la escuela (las cuales terminaban de nuevo en su habitación, antes de terminar las seis cuadras) quien solo articulo algunas palabras sin sentido, se lo dejaría pasar solo por esta vez, pensando que iría a encontrarse con alguien más. Llego a dolerle que su progenitor utilizase la palabra chica tan abiertamente, llegando a creer que este esperaba eso de él, cosa olvidada cuando encontró su alivio en la profundidad del cajón en su cuarto, tras llegar a sus aposentos.

Sin embargo, la verdadera razón, para no acudir a un lugar como tal, era el simple y sencillo hecho de ver el rostro de Candia. Se conocía lo suficiente como para comprender que, si de visualizarlo se trataba, sería el primero en correr de camino al baño de hombres a encerrarse en lo más profundo de algún cubículo, mientras no se encontrase ocupado. Los orbes marrones que cargaba el bicolor, le significarían una catarsis mayor a la llegada a mantener en esos, casi, cincuenta días en donde solo se limito a existir en medio de la nada, entre llantos y penas, sintiéndose un desahuciado en su propia vida, una en la cual nunca seria el personaje principal. Nefasto de su parte, permitir que un, docil, mirada compartida con alguien que, ahora, se trataba de un completo desconocido causase miles de sensaciones encontradas, el hecho de pensar en ello le provocase un miedo incesante, temor de llegar a visualizarlo, como si este fuese una especie de sicario que se encontrase buscándolo. Jamás se destacó en controlar sus sentimientos.

Cuando las calles comenzaron a resultarle conocidas, y las sucias hojas de los arboles comenzaban a disminuir, supo que se encontraba cerca del infierno, ingresaría por cuenta propia, con el propósito de no dejar que lo suspendiesen a costo de sus, demasiadas, faltas.

Mordió el interior de su mejilla, coloco con algo de fuerza sus manos en la campera impermeable, heredada, en busca de algo para sostenerse, alguna señal que sirviese de ayuda para demostrar una seguridad, una confianza totalmente inexistente en su estado actual. En cuanto piso la entrada del gran edificio, rezo, al nombre de una deidad en la que ni siquiera creía, para lograr perderse entre la inmensidad de las paredes carcomidas y algo garabateadas, de volverse una masa entre las miles de personas que se reencontraban tras el receso invernal, a través del cariño y alegría ajeno a su alrededor, aquellos colores que contrastaban con su aura grisácea.

Mas sus aclamadas suplicas, parecieron detenerse cuando sus "amigos" voltearon a verlo, tras encontrarlo de camino a su salón, en busca de algo de calor. Estos, parecían analizarlo cual lobos a su presa, rastreando alguna excusa para darle, explicaciones al por qué de su desaparición, una justificante para no contestar llamadas, ni mensajes. Miles de falsedades, funcionales como tapadera para las verdaderas preguntas ¿Dónde estabas? ¿Dónde está la plata que nos debes? ¿Por qué no apareciste, sabiendo que vos sos quien consigue lo que buscamos? Odiaba que intentaran camuflar su interes, que fuesen tan idiotas para no notar su conocimiento sobre todo lo esperado de su persona, dolía. Pese a ello, se les acerco, tomando del interior de su campera la billetera con la que cargaba.

》𝐄𝐧𝐟𝐢𝐞𝐬𝐭𝐚𝐝𝐨《ᵐᵃᵗˢᵠᵘᵃʳᵉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora