Con el pasar del tiempo, aprendí que la felicidad no es consecutiva. La alegría se basa en pequeños fragmentos que sientes alrededor del día. Una charla con tus mejores amigos, una buena nota, o un abrazo de tus padres. En mi caso, mi mayor felicidad se encuentra en mis viajes por la ciudad apoyada en la espalda de Blake. La adrenalina, la oportunidad de sentir los latidos de su corazón, de poder inhalar su aroma. Me siento tan conectada a él, que se me hace inevitable catalogar estos momentos como mis favoritos. Sin embargo, al igual que un ataque de risa, son breves. El poder ver a Blake es un privilegio para mí, puesto que nos podemos encontrar muy de vez en cuando. Habitualmente me gusta pasar el tiempo con él a solas, pero creo que valdrá la pena esta cena. Me va a presentar a mí, a Alexia Clark, a la irrelevante Alexia Clark, como su novia.
—Ya llegamos —La melodiosa voz de mi novio, mi novio... —Aun se siente tan irreal decirlo—, me sacó de mis pensamientos.
Levanté mi mirada hacia el moderno edificio. Había venido ya un par de veces, he de confesar que los de la banda tenían un increíble gusto. El apartamento era divino. Con alguien que me he vuelto más cercana ha sido con esos chicos, me caen estupendamente. Me incorporé de la moto demasiado rápido, causándome un mareo. Como siempre, le agradezco a la Santa Papaya por tener a Blake Smith para salvarme de caídas. Él me sostuvo por la cintura evitando que parara en el piso.
—¿Siempre eres tan torpe o mi presencia te pone nerviosa? —Arqueó una ceja con su típica sonrisa egocéntrica. Rodé los ojos.
—Quizás quedé mareada porque manejas como un animal —Sonreí con diversión.
—Gracias, Camilo me enseñó —Me guiñó el ojo—. Le dejaré tu mensaje cuando subamos.
Rodé los ojos de nuevo, sin embargo, mi sonrisa se rehusaba a desaparecer. Me gusta llamarlo el efecto Smith. Podría decir cualquier babosada, y aun así ahí estaría yo, sonriendo como una estúpida enamorada.
—¿Vamos o quieres seguir apreciando mi increíble atractivo? —Elevó su comisura izquierda en esa sonrisa ladina que tanto me encanta.
—No estás tan guapo —Arrugué la nariz y comencé a caminar hacia la entrada, una sonrisa triunfante curvándose en mi rostro. Amaba tener la posibilidad de herir su ego.
Iba a abrir la puerta cuando sentí unas manos jalarme por el abdomen, causando que soltara un chillido. Mi espalda golpeó contra el duro y fuerte pecho de Blake. Contuve la respiración cuando sentí su cálido aliento atrás de mi oreja.
—¿Estás segura de eso? Porque eso no decías cuando...
—Blake —Lo interrumpí antes que dijera una de sus tantas perversidades. Sin querer, un sonrojo se instaló en mis mejillas. Lo odiaba. Él era la única persona que lograba hacerme poner como un tomate.
Claramente no habíamos follado, yo no estaba lista y de paso era menor de edad. Creo que podríamos aguantarnos un poco, no quería que él fuera a parar a la cárcel. Culpaba a nuestros dos años de diferencia cada vez que tenía ganas de arrancarle la ropa, como un animal.
—Sabes que te encanto... Tú me encantas, Dios Alexia... —Sus inquietas manos comenzaron a bajar desde la altura de mi ombligo hasta donde llegaba el dobladillo de mi falda. Lo detuve sosteniendo sus muñecas.
—Estamos en público y no podemos —Susurré tragando saliva en seco. Lo deseaba, claro que lo hacía. Pero prefería tener todas las libertades para entregarme a él sin tener el riesgo que lo acusaran de pedófilo.
—Vale... —Murmuró entre dientes, por su tono de voz sabía que estaba disgustado. Me soltó con su mano derecha, sin embargo, con la otra me sostuvo por la cadera, para después abrirme la puerta con su mano libre—. Sabes que cada vez es más difícil ¿no?
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Solitariamente juntos © [BORRADOR]
Roman pour AdolescentsPRIMER LIBRO Alexia Clark tenía una vida en blanco y negro. Se cubrió en hielo tras la muerte de su hermana. Creyó que viviría atada a su miseria por siempre, hasta que llegó Blake a su vida... El tipo que la destruyó. Todos los derechos reservados...