Capítulo 11.

215 19 13
                                    

Arrastré el cuerpo de Adam dentro de la cocina tratando de no hacer más ruido y cuando lo dejé sobre el suelo, levanté el cuchillo y lo dejé en el fregadero mientras me mordía las uñas y observaba a mi hermano inconsciente en el piso.

No puede ser.

Maldita sea, no puede ser.

¿Ahora qué hago?

Empecé a andar por todo el lugar siendo sigilosa con mis pasos y tratando de pensar en algo útil, con cada segundo que pasaba yo comenzaba a sentirme más nerviosa y las palmas me empezaban a sudar. No se suponía que esto debía pasar, no se suponía que alguien debía verme hacer esa tontería.

Creí que había sido más cuidadosa, pero ahora me doy cuenta que estaba equivocada.

―Vamos... ―Murmuré pasándome ambas manos por el cabello, despeinándolo―. Dios, no puedo pensar con claridad.

Golpeteé el suelo con mi pie mientras cerraba los ojos y negaba con la cabeza.

Despierta.

Es un mal sueño.

Solo es un mal sueño y cuando abras los ojos entonces todo esto habrá desaparecido.

Entonces abrí los ojos pero todo seguía exactamente igual, con Adam en el suelo en medio de la oscura cocina y yo aquí con los nervios a flote. Ahogué un sonido de frustración mientras me arrodillaba a su lado y puse mi oreja en su pecho para escuchar los latidos de su corazón.

Por lo menos sigue vivo.

Algo es algo.

Levanté la cabeza y golpeé con cuidado sus mejillas para hacerlo reaccionar.

―Adam ―Lo llamé pero no obtuve respuesta―. Adam, despierta.

Nada aún.

―Adam... ―Canturreé y cuando él no hizo nada yo torcí mis labios en una mueca―. Bien, esto ya comienza a darme miedo.

Me levanté con rapidez y cuidado, tomé un vaso de un mueble y abrí el grifo para llenar el vaso. De nuevo llegué al lado de mi hermano y sin detenerme a pensarlo dos veces dejé caer el agua sobre su rostro para ver si con eso reaccionaba.

Y afortunadamente lo hizo.

Se incorporó de golpe mientras se pasaba la mano por el rostro para secarse y abrió la boca para protestar, pero fui más rápida y me agaché a su altura, cubriendo su boca con mi mano antes de que hiciera ruido.

―Silencio... ―Siseé sin aflojar mi agarre―. No hagas ruido.

Él me miró con los ojos desorbitados y llenos de confusión mientras su pecho subía y bajaba con rapidez.

―Si te suelto, ¿prometes que no harás ruido? ―Volví a hablar y después de unos segundos él asintió lentamente.

Lo solté poco a poco alejándome mientras él me seguía mirando como si yo fuera una lunática que debería estar encerrada en un hospital mental.

Y tal vez lo era.

¿Quién en su sano juicio se clavaría un cuchillo en el cuello?

―Te vi...tú...el cuchillo ―Balbuceó señalándome con el dedo.

Negué frenéticamente.

―Te golpeaste horrible la cabeza, estás divagando ―Me apresuré a decir llevando mi mano a su frente midiendo su temperatura para ser más creíble.

―No ―Respondió con seguridad después de recomponerse―. Te vi, te vi cuando enterraste ese cuchillo en tu cuello, te vi con mis propios ojos.

Deserción © [COMPLETA✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora