Thief of Hearts: Capítulo XVIII

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Dentro de una habitación iluminada tenuemente por una luz amarillenta, una figura masculina se estaba vistiendo con ropas que le habían traído hace un par de horas; se trataba de un pantalón café claro con un cinturón negro, unas largas botas que le llegaban hasta la rodilla como las usaban los soldados del consejo, y una playera de manga larga verde cuyo cuello terminaba en "V". Terminó de vestirse, pero no era todo; tomó un par de fundas de cuero del respaldo de una silla y se las amarró abajo de las caderas, en dichas fundas metió un par de dagas de plata, con el mango forrado en cuero marrón. Sus armas de ahora en adelante. Ahora sí estaba listo.
La puerta de su habitación se abrió sin anunciarse, y una mujer de larga cabellera oscura entró; de su frente sobresalían un par de gruesos cuernos amarillentos, vestía una bata para dormir color violeta y mantenía sus manos cruzadas dentro de las largas mangas. El hombre la miró de soslayo y chasqueó la lengua.

-¿Ya me van a correr?-preguntó altaneramente. La mujer no cambió su tranquila expresión ; cualquiera que la viera diría que estaba en una especie de transe, o estaba somnolienta. Sus facciones eran inexpresivas.

-Eres un invitado en el palacio de su majestad-dijo en tono neutral-pero no aceptaré que te quedas a holgazanear. Mi ama y señora no lo aceptará.

-Tu "Ama y señora"-repitió sobreexagerando su tono, burlándose de la mujer frente a él-me dijo que podía quedarme el tiempo que me tome prepararme para mi misión.

-¿Y?

-Ya estoy listo. Me largo de aquí.

El hombre se acercó a un perchero junto a la puerta, a unos centímetros de la mujer, y tomó una gabardina negra; la abotonó hasta el cuello y pasó frente a la mujer, sin siquiera mirarla a los ojos. No es que ella esperara eso, pero al menos debería tener la desencia de hacerlo. El hombre se detuvo bajo el umbral.

-Tu "Ama y señora" quiere que me encargue de un objetivo-dijo con un hilo de voz-¿Porqué?

-No está bien cuestionar las órdenes de mi ama y señora-comentó sin mirarlo a los ojos-haz lo que se te dijo hacer, humano-la última palabra la pronunció con desagrado, o asco. Como si el simple hecho de decirla le provocara náuseas.

El hombre levantó la frente con superioridad y dejó salir una burlona risa.

-Yo ya no soy humano. Ustedes se encargaron de eso.

-Ya vete-exigió la mujer.

-Sí, me iré. Pero antes dile a tu "Ama y señora" que ni se preocupe por esa mujer que me encargó matar, pues la asesinaré tan rápido que no le dará tiempo de parpadear, o dejaré de llamarme Krecht Knights.

Y así, con esas últimas palabras, el hombre con las dagas salió de la habitación; con una mirada cortante sobre su espalda por parte de la mujer, y una sensación increíble de un inmenso poder fluyendo en su interior.
La misión para él era muy fácil, casi un insulto. La encontraba más como una diversión, algo sin importancia. Confiaba en su poder, y sería con ese mismo poder el que usaría para poner de cabeza aquél gremio de donde provenía la mujer que lo humilló en el pasado. Krecht Knights los destruiría por completo.

En Magnolia.

-¿Salir?-preguntó Natsu a una ruborizada Erza, quien no dejaba de mirarlo fijamente aguardando por una respuesta concreta-Pero hemos salido a muchos lugares. ¿A dónde más quieres ir?

La Última Flama CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora