Smooth Criminal: Capítulo VIII

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Era media noche, las calles solitarias y el ambiente era frío, tan frío que podría congelarse la punta de los dedos; era tan tranquilo que incluso el más mínimo ruido podía oírse a la distancia: El maullar de un gato, una cantina cerrando sus puertas, los pasos apresurados de una joven; vestida con ropa de invierno: una chamarra afelpada color vino, unos pantalones azul claro, guantes, y una gorra de lana blanca. Se veía muy bien, bastante linda en realidad; los cabellos verde oscuro sobresalían de la gorra y descendían en pequeños caireles rizados.


Caminaba rápido, asustada de lo que fuera a encontrar en la calle, o de cualquier cosa que apareciera frente a ella. Con las manos entrelazadas trataba de liberarse del horrendo frío que la atormentaba desde que salió de trabajar. "Maldito frío", pensaba ella.

Rápidamente una mano la sujetó del hombro, liberándola de su ensimismamiento, y la volteó para mirarla de frente.

-Te encontré-declaró una voz tan suave como la seda.

La joven temblaba de miedo. Estaba asustada, aterrada. Su corazón latía con gran intensidad.

Empujó a su atacante tan fuerte como pudo, se liberó de su agarre y salió huyendo. Corría por las calles como si estuviera montada en una bicicleta; tan rápido que el viento le golpeaba la cara. Volteó sobre el hombro, y encontró a su atacante pisándole los talones. Gritó, para luego chocar contra otra persona al cruzar la calle. Una bolsa de papel llena de víveres cayó al suelo, y una botella de leche se rompió.

La joven levantó la mirada y notó que había chocado contra otra chica. Una chica que vestía un hermoso vestido azul claro con blanco, su cabello blanco brillaba tenue bajo la luz de la luna. Lisanna Strauss.

La peliblanca se frotó la zona donde recibió el golpe, y abrió los ojos. La joven se abalanzó sobre ella y la rodeó entre sus brazos.

-Ayúdame-suplicó con ojos llorosos-ayúdame por favor.

-¿Estás bien? ¿Te lastimaste?

-Alguien me está siguiendo. Por favor ayúdame.

Lisanna se liberó gentilmente del agarre de la joven y revisó la calle por donde venía. De un lado a otro, por más que miraba no encontraba nada. Las calles estaban vacías con excepción de ellas dos. Regresó con la joven y trató de tranquilizarla acariciándole el hombro.

-Calma. No hay nadie en la calle. Deberías acompañarme, ya es tarde, así que hoy pasarás la noche en el gremio.

La joven asintió. Lisanna le ayudó a levantarse, y ambas caminaron en dirección a Fairy Tail.

-Lamento haber tirado tus compras-se disculpó la joven.

Mientras tanto, en las afueras de la ciudad.

-Con que ésto fue lo que encontraste en la casa-comentó Gray al leer las escrituras de la casa del señor Lock-sus escrituras.

-Sí-respondió Erza con tristeza-no puedo evitar sentirme mal por el señor Lock.

-El señor Lock seguramente fue un buen hombre, y excelente padre...-al decir eso, Erza sintió que le estrujaban su corazón. Gray lo notó, y se sintió culpable.

La Última Flama CarmesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora