Capítulo 6: Corazón de León

30 0 0
                                    


Cuando quise darme cuenta, Sayama,Tsuki, los profes Kanjiro y Kuroshi y yo mismo. Habíamos sido embaucados por Akaji y nos encontrábamos ante las puertas de una modesta posada construida a base de roble oscuro, que exhalaba cierta brisa acogedora. De alguna forma u otra habíamos llegado a la ciudadela norte de Isomaria.

De sopetón dejé caer mi equipaje, el cual no era más que una simple maleta de mano y dirigiéndome al pícaro rubiales exclamé:

-Akaji ¿Se puede saber cómo hemos llegado aquí?

-Se que tienes la cabeza llena de aire Eiji... pero que aún no te enteres ya es otro nivel chico- respondió el pervertido melenudo. –Ayer fui a visitarte a la enfermería después de que este- señaló al sargento Kanjiro. –Te diera la paliza de tu vida. ¡Dije que había chicas norteñas en peligro y no dudaste ni un segundo en aceptar acompañarme!-

-¡Alto el carro! Creo que la cosa no fue así...- Interrumpí. Por alguna razón Tsuki me miraba con cara de pocos amigos tras escuchar las palabras de Akaji.

Lo que en verdad sucedió es que el me suplicó de que le ayudará, pues pedían el máximo de Souldiers posibles para esta operación. Resultaba que los cuerpos de seguridad de la ciudadela norte requerían de un destacamento de soporte para colaborar junto sus escuadrones en esta misión. En la solicitud se expresaba que iban faltos de miembros ya que se estaban tomando muchas medidas cautelares para evitar nuevas desapariciones. Después de que Akaji me convenciera en la enfermería, Tsuki aceptó unirse sin rechistar. En cambio con Sayama la cosa no fue fácil. Nos tuvimos que colar en su habitación y atarle mientras dormía para así obligarle a venir arrastras. Durante todo el viaje, el retaco estuvo de muy mala leche por esa razón. En cuanto los profes Kanjiro y Kuroshi, nos fueron designados por parte de la directora para así evitar más bajas innecesarias como fue en el caso de Útopia.

Partimos con un carruaje al alba desde la academia y llegamos a la ciudadela norte poco antes del anochecer.

. Aún estando delante de la posada en la que nos íbamos a hospedar, el capitán Kuroshi mantenía atado a Sayama mientras este dedicaba una serie de insultos y amenazas contra Akaji y toda su familia. Tanto ascendentes como posibles futuros descendentes.

Mi mirada se cruzó al fin con la de Kanjiro. Él fue quien anduvo conduciendo el carruaje todo el trayecto. Por eso no pude dedicarle antes las bonitas palabras que deseaba dedicarle.

-Espero que esta vez no dejes morir a tus soldados. Sargrento.- Dije con un tono despectivo.

Kanjiro me volvió a soltar un capón que me hundió en el suelo. De nuevo, hacía gestos con la muñeca que evidenciaban el dolor que le producía golpearme con las manos desnudas a causa de mi poder de nacimiento.

-Espero que esta vez no dejes morir a tus compañeros. Pelo escoba.- Dijo devolviéndome el tono sarcástico mientras me observaba desde arriba mientras yo aún permanecía patidifuso en el suelo. Cosa que acentuaba aún más. Su mirada de superioridad y desprecio hacia mi persona.

Poco después el profe Kuroshi me tendió una mano para ayudarme a levantar. Mientras con la otra aún agarraba las fuertes ataduras de Sayama.

-Sargento y pequeño Eiji ¿Es que no sabéis relajaros? ¡Venga tirad para adentro que hoy invita la dire!- Dijo el capitán con su tonta sonrisa que tanto lo caracterizaba.

En cuanto me reincorporé, los insultos y amenazas de Sayama me empezaron a llover a mí. Supongo que era el precio por entrar en su campo de visión tras haberlo tratado de esa forma tan inhumana.

Entramos a la posada, pedimos dos habitaciones una para los alumnos y otro para los profesores. El posadero, quien debía estar en sus cuarenta. Nos sugirió que fuésemos a cenar mientras nos preparaban nuestros cuartos.

TAMA NO HODonde viven las historias. Descúbrelo ahora