Capítulo 10: Dioses Caídos

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Al presenciar la poderosa teniente Herling atrapada en una red incapaz de librarse de ella con toda la fuerza física que poseía, entendimos varias cosas. La primera de ellas, era que esa red era el arma del alma de la diosa Ran. La segunda y en su consecuencia, era que debíamos evadir esas redes bajo cualquier circunstancia, pues tan siquiera una mujer con un cristal de nacimiento de rango A que le otorgaba una fuerza sobre humana a su portadora era incapaz de hacer trizas los hilos de esas mallas, nosotros no tendríamos ninguna posibilidad de liberarnos de esas amarras. La tercera y última era que debíamos sobrevivir combatiendo contra una diosa con la esperanza de que nuestros profesores llegaran tarde o temprano a socorrernos.

La mujer de morenos cabellos se percató de nuestra presencia, fue en ese mismo instante cuando los negros ojos de la dama centellearon de un color verde esmeralda. Sin inmutarse, la diosa caída movió agresivamente su brazo derecho hacia nuestra dirección, de él emergieron cuatro redes que velozmente se dirigían a nuestra posición.

Rápidamente con una carga de mis botas mágicas, me elevé raudamente evadiendo así que la malla me atrapara, Tsuki por su parte, despedazó los hilos de la red antes de que fuese presa de esta. Sayama optó por usar su poder y esperó a hacer contacto con el ataque enemigo para negar la adhesión de dichas amarras.

Por desgracia Akaji, quien se encontraba herido no pudo evitar ser atrapado por la red que la diosa Ran le lanzó, por la velocidad que llevaba el ataque, arrastró al Souldier de pelo naranja hasta dejarlo pegado en una de las rocosas paredes de la apertura natural, estampando su rostro en la piedra.

-Veo que las maduras y el sado también te excitan.- Bromeo Sayama con tono burlón al ver la humillante situación en la que se encontraba su compañero.

-¡Déjate de tonterías y ayúdame!- Replicó Akaji enrojecido por el comentario de Sayama. -¡Tsuki tu guadaña es capaz de cortar estos filamentos! ¡Échame una mano por fi!-

Tsuki le ignoró y con una sádica mirada respondió –Sabía que eras un depravado, pero pensar en estas cosas justo en medio de una pelea te hacen merecedor de estar castigado cara a la pared.-

El pervertido soldado forcejeando por sacar su rostro de la roca en la que se incrustó continuó implorando ayuda durante unos segundos más.

-Tsuki, creo que por primera vez está diciendo la verdad, ve a ayudarle, mientras tanto Sayama y yo intentaremos distraerla.

La peliazul asintió a mis palabras y rápidamente fue a socorrer a Akaji.

-Espero que sepas lo que te haces...- Susurró el Souldier de poca estatura.

Nuestras miradas se entrecruzaron. Mi rostro irradiaba confianza e incluso diría que fingía una sonrisa para no preocupar a los demás por el desesperante estado en el que nos encontrábamos.

Sayama decidió creer en mí y se lanzó en carrera contra la diosa caída, a unos metros de llegar en el lugar en que esta se encontraba suspendida en el aire, el soldado pegó un brinco habiendo negado la gravedad de su cuerpo, mientras blandía ferozmente su Hiperion para ensartarle un buen espadazo.

Ran respondió a esta ofensiva con el lanzamiento de una red de mayor tamaño que las anteriores para que fuera imposible de rebasar dada la poca distancia. Pero de nuevo, Sayama recurrió a su habilidad para negar la adhesión de esa malla.

-Maldito mocoso...- Expresó la diosa con puro enojo.

El impacto era inminente cuando de golpe el portador de Hiperion se encontraba inmóvil en el aire frente a la diosa.

-¿¡Pero qué?!- Exclamó Sayama de la sorpresa mientras forcejeaba contra una fuerza invisible para liberarse de esa mágica prisión.

Lentamente, el joven se acercaba a la mujer quien le propinó un potente puñetazo en el estomago al Souldier haciéndolo volar hasta estrellarse contra la cristalina agua del lago que se encontraba en esa entrada natural.

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