25화

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No ha podido pegar ojo en toda la noche, únicamente viendo la oscuridad volverse en finos rayos de luz que traspasan sus cortinas. Sabe que ha amanecido, porque escucha el canto de las aves y no sabe hasta qué punto le agrada. Desde que escuchó el mensaje de voz que Taehyung grabó para él, apenas puede descifrar cómo se siente. Sólo hay un irritante cosquilleo al final de su estómago, la pesadez de su pecho no incrementa pero tampoco desaparece. Incluso, siente que es más consciente de ella justo ahora.

       Nada mejora cuando mira a su habitación, esa que ocupaba de niño, donde las paredes aun están teñidas de un desgastado verde pastel. Es difícil respirar aquí dentro, pero sabe que no será mejor allá abajo donde se escucha a su madre despierta a primera hora, seguramente, para tomar café.

       Toda esa casa está construida a base de recuerdos, lo que complica todo. No se siente como un refugio, mucho menos ayuda a pensar con claridad. Sin embargo, en medio del letargo matutino, consigue salir de la cama; siente los párpados arenosos, pero poco importa cuando aterriza en sus pantuflas de gato, esas que recibió hace muchas navidades, las cuales guían sus pasos hacia la habitación de junto.

       Es cuidadoso de no hacer ruido, aunque se le complica porque debe haber sido un largo tiempo desde que giraron aquella perilla. Nadie en casa sospecha cuando ingresa; cierra a sus espaldas la puerta de la que solía ser habitación de su hermano.

       No sabe hasta qué punto es perturbador que todo siga con exactitud del mismo modo, aunque tal vez ahora los cajones de su cómoda estén vacíos; oese a no ser mismo caso con su armario, donde posa una gran colección de sudaderas. Gran parte con escudos de otros países, logos de bandas que escuchaba mientras hacia los deberes, e incluso, aún está la del colegio donde asistía. Jungkook incluso cree sentir su loción en el aire, debe tener algún efecto alérgico, porque siente sus ojos atestar de lágrimas.

       Se decide por tomar una chaqueta de mezclilla, la cual sabe, era su favorita. Recuerda que su padre se la regaló en su cumpleaños 17, y la presumía por todos lados siempre que no estaba en el cesto de ropa sucia. Sonríe, también teniendo memoria de que su madre debía hurtarla para poder lavar aquella preciada prenda.

«...debe estar orgulloso, porque vas por excelente camino »

       ¿Realmente lo iba?

       Suspira con pesadez, sentándose sobre la cama perfectamente tendida en medio del apenas iluminado cuarto, se siente más relajado ante la familiaridad del lugar. Desde pósters alucivos a sus bandas favoritas, hasta el estante con cubos de rubik, vinilos antiguos y uno que otro cómic. Incluso las cortinas oscuras con estampados de diminutos halcones milenarios. De un instante a otro respira ese aire que compartía con Jungwoon, cada vez que se sentía agobiado por la más mínima cosa. Jungkook solía escabullirse hasta su habitación y le miraba jugar en el computador. Admiraba hasta el más mínimo detalle, incluso si su hermano era un chico bastante simple. Sin embargo, llegaba a ser fascinante, como si cualquier mínimo detalle fuese digno de enmarcar.

       Quizá sólo porque le idolatraba, pues trasmitía una paz que Jungkook deseaba reflejar, y verdaderamente se esforzaba en denotar.

       En esos días, fingía revisar su colección de vinilos —pese a saberlos de memoria—, y empezaba a soltar sus penas sin siquiera mirarlo. Sabía que él le escuchaba, aunque murmurara monosílabos en respuesta.

       —Conocí a un chico...

       Tomaba el vinilo de David Bowie entre sus dedos, memorizaba las canciones del EP, notando cada vez que conocía nombres de memoria pero no ubicaba ninguna canción.

Road To LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora