EPÍLOGO

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Tiene una voz enérgica que en días comunes solía engatusarle hasta sonar el timbre de salida. Sin embargo, y pese a ser su profesor favorito, hoy no es de esos días. Quizá porque no era cualquiera. Cuenta los minutos, segundo a segundo, anotando apenas con letra legible una minúscula parte de la cátedra sobre Mitología Griega, esa que tanto anheló, desde el primer chequeo a su programa de estudios recién iniciando el semestre. Se disculpará más tarde en nombre de la literatura, jura antes de escuchar el timbre y guarda sus pertenencias a una velocidad sorprendente, cuelga la mochila al hombro y vuela fuera del aula.

       —¡Vas a chocar con alguien, Kim! —se queja una profesora cuando le ve arrasar en el pasillo. Sin embargo, Taehyung se vuelve para sonreír culpable y continuar con su carrera al estacionamiento.

       Una ventaja de asistir a Dongguk, es esa saludable libertad para correr como hace en ese momento; no que fueran unos mediocres de peor nivel, pero ciertamente, incluso siendo una universidad privada, ninguno era tan reservado como los de SNU. Por ejemplo.

       Es el primero en llegar por su vehículo, no duda en salir de ahí antes del tráfico usual para abandonar los edificios de su facultad. Parece tener suerte, porque consigue salir ileso hacia la avenida principal que le llevará hasta su destino, donde Jungkook debe estarle esperando para ir rumbo a su departamento. Hoy era un día especial, ese al que decidieron nombrar: "Noche de fresas y cigarrillos", igual a la canción que tanto obsesionaba a Jeon en los últimos días. 'Strawberries and cigarettes' de Troye Sivan.

       ¿Qué por qué la nombraron así? Bueno, cada último jueves del mes, exactamente cuando Jungkook terminaba sus prácticas de enfermería, Taehyung solía llevarle emparedados de mermelada para subirle un poco el ánimo; puesto que terminaba sumamente cansado y con ganas de tirarse a reconsiderar si había elegido bien su profesión. Entonces, subían a hurtadillas por la escalera de incendios hasta la azotea del edificio donde vivía Jungkook. Y se sentaban a admirar la ciudad, mientras esperaban el atardecer. En realidad, en un inicio sólo fue una rutina que se impregnó a ellos. Pero después de cierto jueves, cuando Taehyung se asqueó de la empalagosa mermelada de fresa, decidió encender un cigarrillo. Para su desgracia, esa noche sonaba por enésima vez la canción de Troye, y tras un pequeño beso que compartieron, Jungkook exclamó: "¡Sabes a fresas y cigarrillo!". En primera instancia, no entendió su emoción, hasta que señaló emocionado a la canción que escuchaban para recalcar lo obvio. Bueno, ahora es su noche de fresas y cigarrillos.

       Taehyung lo considera inusual, pero no se queja porque a Jungkook parece hacerle feliz tener algo que sea únicamente suyo, así que lo disfruta igual; esperando con ansias ese jueves.

       Estaciona frente al edificio de enfermería, Jungkook parece dar saltitos hacia su vehículo una vez termina de despedirse de Wonwoo, quien le saluda en la distancia. Una vez está al copiloto, y siquiera antes de darle un agradable beso como 'buenas tardes', le mira acusador.

       —Están en mi mochila —anuncia al instante, en serio no cree que Jungkook le viese capaz para olvidarse de la mermelada en la noche de fresas y cigarrillos.

       Sonríe, enormemente. Y vale la pena cumplirle ese mínimo capricho cuando acuna su mejilla para besarle castamente.

       —Moriré antes de poder mantener quieto a un niño para poder inyectarle—se queja, fundiéndose en el asiento mientras enciende la radio. Taehyung sonríe, emprendiendo camino.

       —Sé que lo disfrutas a morir —no le molesta recordarle a cada tanto sus motivos para elegir aquella carrera.

       —Lo hago —admite—, pero no entenderías lo desgastante que es lidiar con personas. Para ti es fácil, puedes inventar a tus clientes. Debí elegir literatura.

Road To LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora