Capítulo 16: "Monstruos y humanos"

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Durante mucho tiempo, monstruos y humanos no se habían cruzado más que para asustar y ser asustados. Por esta razón, los monstruos sabían poco y nada de los humanos, y los humanos creían irreales a los monstruos. También, por esa razón, se desconocía la manera en la que pudieran desarrollarse los distintos vínculos entre ellos.

Jimin había sentido miles de agradables sentimientos al haber conocido a Yoongi. Le había costado haber llegado a la conclusión de que realmente quería verlo otra vez. Sin embargo, él era un humano. Algunas características de los monstruos no podían existir por igual en los humanos. Y tal vez, aquella característica había comenzado a presentarse después de dos semanas de que Yoongi se había marchado.

Jimin no podía asustarse lo suficiente como para que el portal a Monstruópolis se encendiera, pero sí podía encenderlo con felicidad. El único problema con eso era que, al no estar presente Yoongi, la felicidad no estaba presente en su vida. Sentía que algo le faltaba, que estaba vacío por dentro y que necesitaba que el otro estuviera de vuelta. Sin embargo, poco a poco, el vacío, por alguna razón, fue disminuyendo. Con eso, también algunos sentimientos y recuerdos.

No recordaba haber visto monstruos recientemente.

No recordaba haber visitado otro mundo.

Recordaba a Yoongi, pero... no recordaba haberse enamorado.

Y la marca, esa marca que tenía en su tobillo, estaba borrada casi por completo.

Sin amor y sin aquel vacío en su interior, la felicidad fue reapareciendo gradualmente en su vida. Tanto, que un día, mientras jugaba con Min en el suelo, terminó riendo a carcajadas.


—Sí que eres un gato loco —le dijo al pequeño animal, que, contento, le maulló en respuesta—. ¿Sabes? Creo que tenía algo aquí dentro para que puedas jugar. Aguarda un segundo.


Jimin se puso de pie y caminó hacia su clóset, no sin antes haber tomado una profunda respiración, pues recordaba que le asustaba ver qué había dentro. Luego, una vez que abrió la puerta, frunció el ceño. No había abrigos, ni juguetes viejos. Frente a él, se encontraba un viejo salón casi vacío, y una puerta que dirigía a otro lugar en el cual, se podía ver, había luz y gente caminando. Curioso, el chico pasó y cerró la puerta detrás de él. Miró todo a su alrededor y no comprendió mucho de lo que pudo divisar. Por eso, procedió a abrir la puerta que tenía enfrente.

El joven salió al pasillo de la universidad. Decenas de monstruos en su forma de humano caminaban con sus libros y mochilas, y Jimin frunció el ceño. No comprendía por qué había una universidad en su armario. Supuso que sería un sueño, así que simplemente se encogió de hombros y avanzó.

En el camino, varios jóvenes lo saludaron. Él no los conocía, pero no por eso debía ignorarlos, pensó. Por esa razón, les devolvió el saludo alegremente. Todo estaba saliendo bien, hasta que fue a doblar en una esquina. En ese momento, tuvo que detener sus pasos, pues unos profesores estaban caminando juntos y tenía que dejarlos pasar. Uno de esos hombres lo miró fugazmente, evitó su mirada y, después, volvió a verlo, pero con atención. Le indicó a los demás que los alcanzaría después y se le acercó con miedo.


—¿Park Jimin? —preguntó a una considerable distancia— No, creo que sería una locura...

—¿Me conoce, señor?

—Sí eres Park Jimin... ¿eres... ese Jimin? ¿Conoces a mi hijo?

—¿Su hijo? —movió su cabeza hacia un costado— Bueno, tengo que admitir que me recuerda mucho a alguien.

Make you smile [Yoonmin] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora