Capítulo 3: Veredicto

436 61 40
                                    

El pecho de ambos subía y bajaba. Mi corazón estaba demasiado agitado y estaba seguro de que el suyo también; nos costaba recuperar nuestro ritmo de respiración normal. El sudor caía por nuestras frentes y yo solo podía pensar que era... jodidamente estúpido. Él corrió detrás mío sin saber siquiera a qué lugar era al que teníamos que llegar y yo mientras corría, no tenía idea de cuándo y dónde detenerme.

—Supongo que tenemos suerte de haber dado con este puesto.

—Bah, nos habríamos detenido tarde o temprano; no creo que hubiéramos durado mucho más tiempo. De todas formas... — me enderecé para presumir con orgullo — yo gané. — Tommy solo infló los cachetes sin ser capaz de reclamar nada.

—¿Desean entonces un par de crepes, chicos?

Cuando ambos reparamos en el pequeño puesto, nos dimos cuenta que no era lo que esperábamos. Pero era todo lo que había.

—Bueno... sí — me detuve a observar el cartel donde se visualizaban los tipos creps que vendía el señor —, tienen buena pinta. — Tommy asintió. Aunque lo dulce no solía agradarme mucho, los crepes no me disgustaban. De hecho, mi tía solía hacerlos cada sábado para el desayuno; qué buenos recuerdos. Debería visitarla más a menudo.

—Déjenme darles mi especialidad por tan solo setenta y nueve bahts, ¿qué dicen?

—No hay problema. — Le dije confiado y se puso manos a la obra. Cuando volteé a ver a Tommy, este estaba agachado en el suelo acariciando a un perro. Parecían ser muy amistosos entre ellos. Esto es algo que talvez puede o no notarse a simple vista pero, Tommy parece tener un alma muy sensible, lo cual puede ser bueno y malo a la vez.

—¿Están en una cita? — Su pregunta me sacó de mis pensamientos solo para llevarme de nuevo al nerviosismo del que había logrado escapar antes. Otra vez estaba paranoico. El señor sonreía, esperando de seguro que la respuesta fuera "sí". — Por cómo lo miras, yo diría que te gus. — No pude resistir más y terminé extendiendo mis manos hacia la cara del señor, más específicamente a su boca para que se callase. Me preguntaba si Tommy lo había escuchado, pero cuando se puso de pie supe que sí lo había hecho. Inmediatamente retiré mis manos del pobre señor.

—P–para nada. — Traté de explicar. — ¿Sabe? Más bien se siente como si estuviera sacando a pasear a un niño. — Ahora eso de que Tommy era un niño, tenía mi mente más que perforada. Juro que después de esto no lo volveré a decir, o de verdad dejará de hablarme.

Escuché reír a ambos.

Menos mal, no me odia. Eso me hizo sentir más tranquilo; mi evasión había sido un éxito. Pero debo dejar de ser tan idiota. En mi mente ya me había golpeado a mí mismo más de cien veces.

—¿De verdad esto parece una cita? Nunca estuve en una. — Murmuró.

—Solo lo dije porque se ven muy bien juntos. — Contestó el señor. No parecía mentir, pero no volvió a mencionar lo de mi supuestamente mirada de "amor". — No tienen por qué alterarse. — Dijo divertido mientras terminaba de preparar los crepes.

—Uhm...

—¿De verdad nunca has estado en una cita? — Pregunté curioso e inquieto — ¿Alguna vez te has... enamorado? — En mi mente también me preguntaba... ¿qué respuesta es la que quería obtener? Y, ¿por qué estaba tan interesado en ello?

—Enamorarme... no sé si lo que experimenté hace tiempo pueda llamarlo así. Tal vez solo estaba confundido. — Sentí como si no me estuviera hablando a mí, sino a sí mismo. — ¿Y tú Jimmy? — Su pregunta me tomó por sorpresa y es que en la última persona en la que estaría pensando ahora, era en mí mismo.

Polaris [Mii2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora