El viento soplaba ni muy fuerte, ni muy suave. El ambiente estaba lleno del aroma que desprendían las rosas que cubrían todo el paisaje. Alcor y Mizar estaban sentadas frente a mí y yo frente a ellas y lo que hacíamos, era de vital importancia para la persona a la que amaba.
—Yo me haré cargo de él, yo solo. — Recalqué. — Sin reglas de por medio yo también podría hacer realidad su deseo, además estaríais más tranquilas.
—No lo tomes a mal, pero eres un poco ingenuo. — Me contestó la estrella menos habladora.
Alcor soltó aire con hastío. — Estamos obligadas a estar aquí... no es por decisión propia. Por otra parte... no eres confiable, los humanos cambiáis de opinión muy rápido, hoy podéis decir una cosa y mañana otra.
—También somos muy testarudos, ¿sabes? Y cuando algo se me mete en la cabeza, ten por seguro que lo cumpliré. — Respondí firme. — Vuestro propósito ni siquiera es hacer feliz a las personas.
—Nunca dije que lo hiciéramos, es algo que tienden a sobre entender las personas. Nuestra misión es ayudarlos, nada más. Su felicidad no está garantizada.
—Creo que tienen que mejorar su ética profesional.
—Ni siquiera yo sé cuál es el propósito de esto. — Se tocó la cabeza con una mano, puede que a las estrellas también les dieran jaquecas. Me detuve entonces y acepté seguir con los que sea que tuvieran planeado. — Bien, es hora de intentarlo. ¿Tienes la lista preparada?
—Sí. — Saqué de mi bolsillo una hoja de papel muy bien doblada. No sabía cómo hacer que esta hoja se "transportara" conmigo, ellas jamás me lo dijeron, pero supuse que con guardarlo en el bolsillo de un pantalón e irme a dormir con este, funcionaría y así lo hizo. — Escribí aquí catorce deseos.
—Solo pedimos diez. — Reclamó Mizar. — A veces perdemos la cuenta, es mejor ir de diez en diez.
—Pensé que habías dicho que nunca habíais permanecido aquí mucho tiempo.
—Eso no tiene nada que ver. Los deseos varían mucho, depende de qué tan cercana es la persona que nos está ayudando con la persona que pidió el deseo. En tu caso, hemos tardado porque a penas y lo estabas conociendo.
—¿Eso es una queja? Vosotras me escogisteis.
—Si no os detenéis ahora mismo volveremos a caer en el mismo círculo interminable de siempre. — Dijo Mizar. Era como si estuviera harta de tener que escucharnos discutir a diario. Es cierto, así debía ser, casi me compadecía de ella.
—Perdón. — Dije. — Bien, adelante, haced lo vuestro. — Crucé mis dedos esperando que alguno fuera el correcto.
Ambas estrellas se tomaron de las manos y dejaron un especio en medio de ellas. La tierra tembló suavemente y del suelo salió una especie de piedra tallada, justo donde había quedado un espacio. Alcor y Mizar cerraron los ojos y de ellas empezó a emanar una luz que se acrecentaba de a poco hasta llegar a ser una muy potente.
—Pon la lista encima de la piedra. — Me indicó Mizar y lo hice, pero me alejé de inmediato porque si no, hubiera quedado ciego.
Tardaron aproximadamente diez minutos, talvez más, talvez menos, no lo sabía, pero no podía significar nada bueno porque presentía que ni siquiera el último deseo en la lista había dado resultado.
Alcor y Mizar dejaron de resplandecer, se soltaron las manos y Alcor tomó el papel molesta. Lo sabía. La piedra volvió a hundirse en la tierra y Mizar vino a sentarse a mi lado, acunando sus rodillas como siempre en sus brazos.
—Ninguno funcionó. — Enseguida me levanté a revisar el papel junto a Alcor y me di cuenta de que cada una de las opciones había sido tachada con una raya súper fina y perfecta, no sé, cosas divinas supongo. Sin embargo, uno de los deseos no había sido tachado.
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Polaris [Mii2]
FanfictionÉl era un chico atormentado, de verdad no tenía a nadie en este mundo, ¿cómo podía no ayudarlo? Así era Jimmy, una persona incapaz de abandonar a alguien que necesitaba ser rescatado. Él se convertiría en la luz que necesitaba Tommy, hasta que este...