Capítulo 16.

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— ¿Y si le regalas un álbum de fotos? A todo el mundo le gustan —propuso Hyunjin mientras tecleaba en busca de ideas.

— Fue lo que le hice cuando cumplimos un año...

Chris suspiró llevándose las manos a la cabeza y revolviéndose el cabello.

— No te agobies, somos muchos, seguro que se nos ocurre algo.

Los brazos del pelirrojo lo atraparon desde atrás, apoyando la cabeza en su hombro y arqueando los labios en una bonita sonrisa.

Changbin lo observó, con el corazón apretado en un puño, siendo asediado por ese extraño quemazón que últimamente se había vuelto demasiado común. Quería ser él a quién abrazase, que volviese a sonreírle como antes y sus pupilas lo buscasen fallando en el intento de ser discreto.

Habían pasado un par de semanas únicamente, semanas de no verlo, de no recibir respuesta a sus mensajes... Una tortura que al moreno le resultó eterna y que sabía que no tendría el final que deseaba. Trató de acercarse con precaución, pidiéndole ayuda con los manuscritos, proponiéndole alargarlo con el coche si se les echaba la noche encima... Pero todo eran evasivas, y cada una se clavaba más profundamente en su pecho.

Hyunjin no paraba de repetirle que fuera sincero con él, que le confesara sus miedos y aclarasen el asunto de una vez, pero Changbin no se veía capaz. No con esos ojos envueltos en frialdad y decepción que le recordaban una y otra vez lo ocurrido.

— Le gustan mucho los animalitos adorables, podría meterte en una caja y envolverte ¿no? — Chris le pilló las manos a su amigo tirando de él y elevándolo sobre su espalda por unos segundos haciéndolo reír.

— Depende, ¿a cuánto me pagas la hora?

— Podemos regalarle el kit completo, con comedero, cama, correa...— continuó Seungmin entre risas disfrutando con la escena, ver a Félix contento le hacía sentir más tranquilo.

Estaba celoso, daba igual que el chico tuviera pareja. Cada sonrisa, cada comentario juguetón, cada toque de manos... Le estaba quemando la piel. Pero sabía que era culpa suya, por haber sido, y seguir siendo, un imbécil y un cobarde. Al fin y al cabo no se merecía a alguien tan bueno como Félix, pero a la vez se quería dejarlo ir.

— ¿Y por qué no le preparas una cena romántica?

Su voz creó un silencio incómodo en la habitación, todos los presentes posaron su vista en él, incluído el pelirrojo. Rápidamente buscó su mirada, tratando de aferrarse, aunque fuera por un instante, a ese cúmulo de emociones que le generaba en su interior, hundiéndose en sus pupilas hambriento por un poco de esa calidez que siempre guardaba para él.

Pero duró poco. Nadó entre el pánico y la tristeza, sin embargo fue incapaz de atisbar esa lucecita que solía irradiar. Esa lucecita que había dejado su vida en penumbras nuevamente.

¿Lo había olvidado? El simple pensamiento le aterraba, porque podía intentar compensar sus errores, pero no volver a hacer latir su corazón de esa manera tan especial y única.

— Hmm... No suena mal, una vez le hice una a Minho y-...

— Mejor no uses tu ejemplo...— lo interrumpió el mayor sentándose a su lado en el sofá.

— ¿Pero por qué? Si me quedó increíble.

— No me hagas hablar anda...

Aquella conversación volvió a sumir la estancia en un ambiente cómodo y relajado, y desviar la atención tanto de Changbin como de Félix y su extraña y casi inexistente relación.

THIRD EYE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora