Capítulo 5.

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Los nubarrones parecían haber desaparecido, de nuevo el pueblo volvía a recibir la luz solar que se colaba por el cielo despejado. Félix aparcó la bicicleta en la casa de su amigo, llevaba consigo algunos aperitivos pues le parecía descortés ir sin nada cuando aún no tenían tanta confianza. Tomó aire y llamó al timbre esperando a que el muchacho abriese, sin embargo se asomó la cabecita de una niña pequeña.

— Hola.

— Oh, hola...— "¿Y ahora qué?" La chica era morena y tenía unos ojos enormes y curiosos—. Vengo a ver a Seungmin.

— ¿Contraseña?

El pelirrojo se quedó mudo, ¿se había equivocado o la niña estaba simplemente jugando? Por suerte unos brazos aparecieron elevándola, pertenecían al recién nombrado.

— ¿Qué hemos dicho de abrir a desconocidos? —La pequeña hizo un puchero y se bajó huyendo por el pasillo—. Perdona, es un poco traviesa. Ven, pasa.

— No te preocupes, es muy mona.— El muchacho pasó con una media sonrisa, sintiéndose un tanto tímido al hacerlo.

La casa estaba envuelta en ese aroma floral y tenía una decoración muy rústica, la mayoría de los muebles eran de madera. Pero sin duda lo que más le sorprendió fue la gran cantidad de fotografías y objetos familiares que la ornamentaban, desde una estantería llena de álbumes hasta las manualidades de todos ellos, al parecer eran muchos en su hogar.

Su madre los saludó desde el sofá con una cálida sonrisa, se parecía muchísimo a Seungmin, tenían prácticamente las mismas facciones, y tras eso ambos se dirigieron hasta la habitación, que seguía la misma temática, solo que repleta de flores y macetas. Pero lo que más llamó la atención del chico fue sin duda la tortuga que correteaba a sus anchas por el suelo.

— Hey Félix.— Jeongin los esperaba sentado en la cama, con los apuntes abiertos y distintos libros a su alrededor. Se notaba que entre ellos había confianza, incluso tenía los zapatos quitados dejando ver sus calcetines de animalitos.

— Hola, ¿he llegado muy tarde o algo? —preguntó el pelirrojo un poco preocupado al ver como ya estaba todo desplegado.

— No, no, estábamos preparándolo todo, no te preocupes. Ponte cómodo.— Seungmin hizo lo mismo, se quitó las zapatillas y se sentó en un lateral de la cama sacando las cosas de su mochila.

La tarde transcurrió con normalidad, poniéndose manos a la obra para terminar lo antes posible y poder dedicarse a otras actividades más divertidas. Félix comprobó lo increíblemente aplicados que eran ambos. Jeongin poseía un talento innato, especialmente para la lógica pero su amigo lo compensaba con esa extraordinaria fuerza de voluntad. Al final, sin quererlo, se había rodeado de gente que lo ayudaría a esforzarse para conseguir buenas notas.

Pronto la luz que se colaba por la ventana empezó a ser prácticamente nula, un par de golpecitos sonaron en la puerta y seguidamente esta crujió abriéndose con lentitud. Apareció una cara nueva, la de una de sus hermanas, que portaba consigo dos cajas de pizza.

— ¿Os las dejo por aquí?

— Sí, sí, ponlas en esa silla.

La puerta se cerró al instante y minutos después los tres estaban disfrutando de una cuatro quesos y una hawaiana.

— No sé cómo no os puede gustar la pizza con piña.

— Jeonginnie, va siendo hora de que asumas que tus gustos son un poco raros.

— Vaya, vaya, alguien va a quedarse sin ayuda en mates.

— Y alguien sin volver a ver a Lechuga.

THIRD EYE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora