【ℭαҏᎥţʋʟö 8】

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Lo que esperaba al abrir aquella puerta era alguna prueba que refutara su teoría, ver algo que demostrara que aquel hombre de aspecto intimidante no trataba bien a Naruto. Un golpe, alguna palabra, toque inapropiado, eso es lo que pensó ver al ingresar a aquella enfermería.

Definitivamente ver a aquel rubio frio e inexpresivo siendo cargado como si de un bebe se tratase haciendo un puchero y con sus mejillas sonrojadas producto de la vergüenza no estaba dentro de sus posibilidades.

Sasuke se quedó pasmado intentando comprender la escena que tenía frente a sus ojos. A simple vista se podía ver como el hombre de cabello platinado tenía en sus brazos de forma posesiva y protectora al pequeño doncel, mientras que este le miraba con un adorable puchero y algo incómodo, pero aun así no hacía nada por soltarse del agarre del mayor.

— Kakashi, te dije que si puedo caminar... —le dijo el ojiazul aferrándose al cuello del nombrado para no caer, aunque sabía que aquel no le dejaría golpear el piso si podía evitarlo.

— ¿Y arriesgarme a que dañes más tu tobillo o caigas nuevamente? No jovencito, te cargare y no tolerare queja alguna.

A diferencia del tono de voz que había usado con los hermanos Uchiha anteriormente, esta vez su voz sonaba suave y cariñosa, sin dejar de escucharse firme. Sasuke no pudo evitar sonreír al ver todo, le alegraba ver que sus deducciones habían sido erróneas y agradecía el haber podido controlarse a no entrar de manera abrupta, ya que si lo hubiera hecho quizás no hubiera podido apreciar al blondo en aquella encantadora escena. Y para que mentir, el ver a Naruto haciendo un puchero con sus mejillas teñidas de un rojo sutil le había parecido algo totalmente adorable y digno de enmarcar.

— Parece ser que te has equivocado —el azabache se giró al escuchar la voz de su cuñado, encontrándose con su hermano junto a este y a la joven pareja cerca de ellos— Parece ser todo lo contrario a lo que pensabas.

Sasuke sonrío mientras asentía y se giraba para observar la escena nuevamente, se alegraba de que el rubio estuviera bien y que a pesar de la caída lo único roto fueran sus lentes. Al recordar aquello enfocó su mirada en los grandes ojos azules que miraban a aquel hombre. Con la preocupación en su interior se había olvidado lo cautivadores que eran aquellos hermosos zafiros que poseía el doncel.

— Oye Sasuke, ¿No estuviste preocupado por él toda la clase? —pregunto Sai posicionándose detrás de él— ¿Por qué no vas con él?

— No, no quiero interrumpir —se negó sin apartar la vista.

Su amigo atrás miro a su pareja con una sonrisa maliciosa e ignorando la mirada de advertencia de este, coloco sus manos en la espalda de Sasuke— Bueno, todos necesitamos un empujón algunas veces.

Y dicho eso, empujo al azabache provocando que este se desestabilizara. El Uchiha menor dio unos pasos que parecían pequeños saltos hacia delante haciendo chirriar sus zapatos contra el piso. Al lograr encontrar un punto de equilibrio soltó aire aliviado. Alzó la vista y se quedó inmóvil al verse observado por Kakashi y Naruto.

Paso su mano por su cabello incómodo, sintió una necesidad de darse la vuelta y darle una paliza a su estúpido amigo, pero se contuvo. Se vengaría más tarde.

Naruto aparto su mirada y se removió dando a entender que quería que le bajaran. El mayor dejo con especial cuidado al doncel en el piso, pero no se apartó como precaución en caso de que pisara mal o perdiera el equilibrio. El rubio camino con algo de dificultad hacia el azabache y al estar a dos pasos de él poso su mirada en aquellos ojos negros.

— Gracias —soltó sin más— Te agradezco el haberme traído aquí.

— Así que fuiste tú él que ayudo a mi pequeño —el hombre de cabello platinado se acercó al azabache y le extendió su mano— Te lo agradezco.

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