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El teléfono de Heejin sonó mientras entraba en el vestuario. Sacándola de su propósito, le echó un vistazo al número, pero en lugar de molestarse por el retraso de su visita diaria a la sala de pesas, sonrió y contestó.

—“¿Me tienes novedades esta vez?”

La voz del otro lado fue muy escueta.

—“Bang está sentado sobre una deuda monumental. Él tiene dos préstamos pendientes por un total de más de cien millones de dólares, y está a un mes más o menos, tres a lo sumo, de tener que declararse en quiebra. Sus proveedores están amenazando con dejarlo y uno ya lo ha hecho. El sindicato está siendo muy duro con las negociaciones de su contrato, y el IRS está husmeando en su puerta trasera. Tiene su trasero en una encrucijada y ni una señal de cómo lo va a sacar.”

—“¿Quién lo sabe?” —Miró a su alrededor para asegurarse de que nadie estaba escuchando.

—“Acerca de la deuda, todo el mundo. De la llamada del banco sobre su préstamo, nadie, hasta donde yo he podido averiguar. Lo que pasa con el IRS esta en el QT, también.”

Bang Seonghun estaba en su último aliento y ella sostenía la botella de oxígeno para insuflar vida nuevamente dentro de la empresa. No podría haber previsto que sería así de fácil. Sería como capturar peces en un estanque poco profundo. Jeon le sonrió a su buena suerte, luego frunció el ceño cuando se dio cuenta de que no tendría que cazar al hombre, o manipularlo, o jinetearlo para conseguir la posición. No iba a experimentar el empuje y las paradas de la oferta y contra oferta.

La emoción de la persecución guiaba a Heejin todos los días. La capacidad de pensar más que la competencia y en última instancia tomar lo que quería, era mejor que cualquier cosa. La facilidad de la toma de posesión de Bangsun no disminuyó la emoción de su adquisición o la gran recompensa que le seguiría.

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—“¡Renjun!” —Gritó. El chico asomó la cabeza en su oficina— “Por favor llama a Haseul y pídele que consiga los gastos de operación de las oficinas europeas y que me llame a mi celular cuando los tenga.” —Guardó un cuadernillo en su maletín— “Ah, y cancela mi cita para almorzar con quien sea que debía almorzar. Estaré en Bangsun. Mierda, llego tarde...”

Desde que se había reunido con Bang Seonghun, la semana había sido más agitada que de costumbre, y ella parecía estar llegando diez minutos tarde a todos lados consistentemente.
La llamada de Bang llegó a las cuatro y cuarto de ayer, pidiéndole que se encontraran en su oficina hoy a las diez y media.
Para cuando subió a su coche y se enfrentó al trafico de la ciudad, apenas si tenía el tiempo justo para llegar.

Logró reducir los gastos generales en Europa y hablar con un banco inversor durante sus cuarenta minutos en el coche. Estaba acostumbrada a la multitarea y no podía recordar la última vez que había conducido su coche simplemente escuchando la radio.
Otros ejecutivos de su nivel tenían un coche y chofer, lo que les permitía ser más productivos. Ella consideraba que era un desperdicio de dinero.
Después de que tuvo un casi accidente terrible mientras participaba de una conferencia telefónica, Haseul había tratado de convencerla para que lo reconsiderara, sin embargo ella decidió prestar más atención cuando estaba detrás del volante.

Pasando el edificio Bangsun en el camino hacia el estacionamiento, podría haber jurado que vio a la chica que la tiró al suelo en el vestíbulo la semana pasada. Ella debía trabajar aquí, pensó mientras la castaña entraba en la puerta giratoria. Volvió a prestar atención a la conducción de su auto y entró en el estacionamiento subterráneo.

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