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Heejin subió sola en el ascensor, el espejo en las puertas le devolvía el reflejo de su ceño fruncido.
La chica de pie en el elevador no la había reconocido, pero era la misma que ella había derribado en su ira al salir del mismísimo ascensor media hora antes. Recordaba perfectamente su cabello rojizo anaranjado. “Se vería más atractiva con él suelto, alrededor de los hombros, en vez de ceñido en la base de la cabeza.” Fue lo que Jeon pensó. Ella probablemente vivía con su prometido en algún piso lujoso del centro y seguramente traiga su almuerzo todos los días en una bolsa de papel marrón, le grite a sus inferiores y sea una total caprichosa.

—“Dios, dispárame si alguna vez me vuelvo así.” —Le dijo a su reflejo.

Pero sin dudas poseía los ojos café más expresivos que jamás había visto, ¡eran como los de un gato! Y olía bien también. Su perfume se quedó en el elevador cuando se fue. “Es una lástima.”
Un «ding» le indicó a Heejin que había llegado a su destino una vez más, y se sacudió el recuerdo de la joven pelirroja para dirigirse resueltamente hacia la recepcionista que había visto antes.

—“Buenos días, me gustaría ver a Bang Seonghun. Yo estuve aquí hace unos cuarenta minutos y necesito hablar con él de nuevo.”

—“¿Tiene usted una cita?” —La anciana detrás del mostrador le preguntó.

—“Estuve antes” —Repitió Heejin— “, y sólo tuve que salir por un rato. Me dijo que podía entrar directamente cuando volviera.”

Utilizaba los embustes que había aprendido de su jefe. Siempre le funcionaban a él, y la mirada en la cara de la recepcionista indicó que estaban a punto de funcionar ahora.

—“Gracias.” —Sonrió y desapareció corriendo por el pasillo para no darle a la mujer la oportunidad de decir que no.

La asistente de Bang no estaba en su escritorio, y Heejin dio gracias a Dios por esos pequeños favores. Seonghun estaba de pie detrás de su escritorio mirando por la ventana grande. Ella llamó a la puerta y cuando entró en la oficina él se dio la vuelta.

—“Seonghun yo sólo le tomaré un minuto.”

—“Tenía la impresión de que nuestra conversación había terminado, señorita Jeon.” —Habló con tono cortante.

Heejin decidió ignorar el hecho de que Bang estaba cero por ciento interesado. Ella tenía lo que él necesitaba y él simplemente tenía que entenderlo.

—“Creo que nos separamos con el pie equivocado.” —Ella puso su sonrisa más encantadora.

—“¿Y por qué cree usted eso, señorita Jeon? Yo fui muy claro.”

Heejin vaciló. Un objetivo nunca la había tratado tan fríamente como Bang lo hacia. Objetivo, así era como Min y ella se referían a las empresas detrás de las cuales iban. A veces enmascarados de fusiones, algunas de asociaciones, pero en realidad se trataba de una adquisición de todo lo que tenían.

—“Tuve la impresión de que no acababa de comprender la magnitud de lo que le estoy ofreciendo, Seonghun.” —Dijo, repitiendo su frase— “Esto es demasiado importante para Bangsun como para que usted lo pueda tomar a la ligera.”

—“Señorita Jeon, no tomo nada a la ligera cuando se trata de mi empresa. Sé exactamente lo que quiere, y yo le daré a su oferta la consideración que es debida.”

La voz de Bang era extrañamente tranquila para un hombre a punto de perder todo por lo que había trabajado. Heejin estaba a punto de decir algo más, pero la mirada en los ojos de su contrario le dijo que no lo hiciera. “Mi oferta expira en una semana.”

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