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No era sólo porque el interior de la casa estaba a oscuras que Heejin le permitió a Kim guiar el camino. En este punto habría dejado que Hyunjin la llevase a cualquier parte e hiciera lo que quisiera con ella. Había venido originalmente con la intención de seducirla, sabía que podía, sería casi demasiado fácil. Pasaría la noche con ella y la sacaría de su sistema para poder empezar a pensar con claridad. Pero en algún momento, después del primer contacto de sus labios, perdió el control y todo pensamiento sobre los negocios y su victoria se esfumaron, y realmente no le importaba. Nunca se había sentido tan consumida por una mujer. Era arrastrada por el sabor de la pelirroja, la forma en que sus labios experimentaron al principio y luego sin esfuerzo se moldearon a los suyos.

Ninguna de las dos habló, la alfombra de felpa en las escaleras amortiguando sus pasos. El corazón de Heejin latía tan fuerte que la ensordecía y su cabeza le daba vueltas cuando se centró en el trasero de su compañera en movimiento un paso por delante de ella.
Hyunjin le soltó la mano al entrar y continuó a través de la habitación. Encendió la luz junto a la cama, salpicando un resplandor suave y cálido. Ella vaciló y, por un momento, Heejin pensó que iba a cambiar de opinión, pero entonces Hyunjin finalmente se acercó desabrochándose la blusa y al mismo tiempo las rodillas de Jeon se debilitaron.

Hyunjin no se detuvo hasta que el encaje de su sujetador se asomó por entre los botones abiertos. Sus manos bajaron de la blusa a la hebilla de Heejin, mientras que sus ojos nunca dejaron los de ella. Sus pupilas se dilataron, una pasión profunda brillaba en la oscuridad. El tintineo de su cinturón y el ruido al desprenderse los botones de metal de sus pantalones, eran la señal que Heejin necesitaba para convertirse en una participante de pleno derecho. Sus manos temblaban cuando deslizó la blusa de la chica hacia abajo por los hombros. Incapaz de resistir más, capturó los labios que estaban esperándola.
Las manos de Hyunjin recorrieron de arriba abajo su espina dorsal, tirando de la camisa de Heejin fuera de la cintura de sus pantalones. Aprovechó el pleno acceso a su piel y sus manos desaparecieron rápidamente en el tejido blando.

Heejin necesitaba sentir los pechos de Hyunjin, pero le desabrochó lentamente el sujetador azul, que apenas ocultaba lo que había debajo. Poco a poco, deliberadamente, deslizó los tirantes por los hombros, al mismo tiempo trazando el camino con los dedos. Nunca volvería a ver los pechos de Hyunjin por primera vez, y quería saborear el momento. La piel era suave y cálida, y cuando el sostén cayó al suelo volvió sobre su camino. Sus manos estaban llenas con el peso de los pechos de Hyunjin, los pezones duros contra la palma de su mano. Los acarició sutilmente con sus pulgares, pidiendo aprobación para ir a más con su mirada, pero Hyunjin mantenía sus ojos cerrados disfrutando de las caricias. Se agachó para capturar uno de ellos en la boca, y la chica se inclinó contra ella, envolviendo sus brazos alrededor de su cuello. Cuando Heejin comenzó a mover la lengua, su compañera le agarró del pelo y tiró acercándola.
Después de lo que pensó, no era el tiempo suficiente, cambió hacia el otro pecho para dedicarle la misma atención. No estaba segura, pero creyó oír a Hyunjin llamarla por su nombre.

—“¿Hmm?”

—“Tengo que recostarme, o vamos a terminar en el suelo.” —Dijo entre jadeos.

—“Exactamente lo que pienso.” —Alejó su boca de los pechos de Hyunjin.

Quería arrancar el resto de la ropa de sus cuerpos pero, por alguna razón, cedió a la emoción en conflicto de querer ir despacio para extraer lo mejor de la experiencia. Cuando bajó a Hyunjin hasta la cama, supo que había tomado la decisión correcta. Volvió a besarla, y de inmediato Hyunjin tomó el control, explorando su boca con una minuciosidad que casi la lleva a la inconsciencia. Heejin estaba tan superada por el deseo que casi se olvidó de su propósito, que era sentir el cuerpo desnudo de la pelirroja contra el de ella. La cosa siguiente de la que Heejin tuvo consciencia fue de que casi cada centímetro de sus cuerpos se estaban tocando.

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