Te propongo un trato

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Seiya siguió por un largo pasillo a Saori. Si no mal recordaba, lo llevaba al despacho de Mitsumada Kido. Lo cual era, precisamente, lo que Seiya quería. Después de tanto tiempo por fin enfrentaría a ese hombre al que durante los últimos 10 años no se había cansado de maldecir por su desgracia.

Su odio había comenzado el día que mandó que su más fiel sirviente: Tatsumi, quien se había presentado ante él y su hermana al final del funeral de su madre. Tatsumi les dijo, no precisamente de manera sutil, que los llevaría a un orfanato, quisieran o no. Al final los llevó (casi a la fuerza) a tal lugar. Seika le había dicho a su hermano pequeño que era lo mejor, ellos eran apenas unos niños y no durarían mucho tiempo sin ayuda. Pero ese no era el rencor que tenía Seiya, sino que Mitsumada Kido le quitara a su hermana.

Años después de vivir en el orfanato, cuando Seika cumplió 15 años (Seiya tenía 12), el señor Kido les informó que ella ya no podía permanecer ahí porque excedía el rango de edad de los niños y niñas que vivían ahí.

-No te preocupes- le había dicho a Seiya cuando le informó la noticia- He hablado con el señor Kido y me ha dicho que supo de un lugar, en Grecia, ahí me permiten quedarme por más tiempo.

-Pero mamá dijo teníamos que cuidarnos el uno al otro y tú me dijiste que estaríamos bien si estábamos juntos ¿recuerdas?- le decía Seiya con lágrimas en los ojos.

-Lo sé Seiya pero es lo mejor.

-No...yo quiero ir contigo.

-Escúchame- le había hablado con una firmeza que nunca había utilizado- Este es tu lugar. Aquí estarás bien. Tienes a tus amigos y cuidarán bien de ti aquí.

-No...- insistía.

-Seiya tienes que ser fuerte- había sentenciado Seika y con esa consigna, tan sólo un año después, Seiya tomó la decisión de escapar y buscarla.

Entraron al despacho de Mitsumasa, quien no estaba ahí. Seiya pensó que Saori le diría que lo llamaría pero no fue así. La chica se sentó detrás del escritorio donde en muchas ocasiones Seiya había visto al señor Kido.

-Sé que detestas que te pida algo. Pero supongo que quieres tomar asiento- le dijo Saori. Seiya lo hizo, no entendía, él había pedido hablar con Mitsumasa, no con su odiosa nieta. ¿Acaso esa chica quería tomarle el pelo? No le sorprendería que así fuera.

-¿Dónde está tu abuelo? Tengo que hablar con él. – le reclamó.

-Temo que eso no se va a poder Seiya- le hablaba en un tono pasivo- Mi abuelo falleció hace años.

-¡¿Qué?!- Seiya se puso de pie. No podía creerlo, ese hombre era la única clave para encontrar a su hermana- ¡No puede ser! ¡Ese viejo se llevó a la tumba el secreto de a dónde rayos envió a mi hermana!

-Seiya por favor, cálmate- le pidió ella aún en ese tono que Seiya no creía.

-¿Cómo quieres que me calme? ¡Si pasé los últimos 10 años intentando encontrar a mi hermana, a la que tu abuelo tuvo a bien mandarla a un país lejano!...

-Seiya escúchame...

-¡Saori deja de fingir esa pose de santa que no te creo! ¡Y no me digas de nuevo que me calme! ¡Tú no entiendes las desgracias de los demás, eso es típico de ti!

Saori se cruzó de brazos y no le respondió. Seiya continuó unos minutos más maldiciendo por todas las cosas que había sufrido en los últimos años, a Mitsumasa Kido y a su nieta, mientras ésta sólo lo miraba. Cuando Seiya sintió que ya no podía decir otra cosa se calló y la miró extrañado. Normalmente Saori le hubiera respondido sus ofensas, incluso hubiera llamado a su perro fiel, Jabu, para que lo sacara de ahí.

Del Odio Al Amor Sólo Estás TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora