Secretos y sentimientos

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-¿Qué?- respondió Seiya cuando se dio cuenta de lo que había dicho. Su subconsciente lo había traicionado y había hablado de más. No estaba muy seguro de su declaración, pero tal parecía que su amigo no dudaba en lo que escuchó.

-Seiya ¿acaso tú...

-¡No! Oíste mal, me refiero a que... - no sabía qué responder y hablaba atropelladamente- Bueno, últimamente he pasado mucho tiempo con Saori, que a veces ya no sé ni lo que digo... Bueno no es que todo el tiempo hable de ella... ni piense en ella- aclaró- Es bonita y eso... bueno no es la gran cosa pero... Bueno sí...

-Hey tranquilo- le respondió su amigo con una sonrisa- No es a mí a quien debes intentar explicar, ni a la señorita Saori... parece que primero tú debes aclarar las cosas.

-¡Qué! ... ¿De qué hablas amigo? ¿Yo?... –intentó minimizar el asunto.

Su amigo sólo sonrió. Seiya sabía que podía confiar en que no diría nada, Shiryu se caracterizaba por ser muy discreto. Además sabía que su amigo le era leal, de sus cuatro amigos, Shiryu había sido el primero en ofrecerle su amistad después de que, recién se conocieron, Seiya lo salvó de un accidente que pudo haber sido fatal; desde entonces su vínculo era muy fuerte.

-Seiya...- le llamó Saori, estaba saliendo de la casa – Si gustas ya podemos irnos.

-Ah claro- respondió él y sólo vio que su amigo volvió a sonreír.

-Adiós Shiryu- le dijo la chica- Estaremos en contacto- luego miró de nuevo a la casa y le dijo a Shunrei, quien miraba desde el marco de la puerta- ¡Adiós Shunrei, cuida a ese bebé!

-Hasta pronto Shiryu- dijo Seiya y agregó por lo bajo- No olvides hablar con ella...

-Espero lo mismo de ti amigo- comentó de nuevo con una sonrisa.

Se fueron de ahí, Seiya dejó a Saori en el orfanato y luego se retiró a su casa.

Más tarde esa misma noche, Ikki estaba por salir de lo que durante años llamó su hogar. Todo había sido gracias a Esmeralda, su amada Esmeralda a la que decidió proteger de su padre, y que finalmente encontró un destino fatal entre sus brazos. De todas las personas a las que había querido proteger en este mundo, a la que más quería no pudo ayudarla. Eso lo pesaba, le generaba una culpa que no lo dejaba en paz; eso sumado a la locura que lo invadió después de perderla, esa locura que lo orilló a hacer algo infame.

Precisamente para ocultar su pecado, había decidido ocultarse de sus seres queridos- Nadie quiere tener cerca a un criminal- se decía todo el tiempo a sí mismo, y bajo esa consigna intentó remediar sus errores ayudando a otros. Pero por más que hiciera algo por los demás, nada limpiaría la sangre de sus manos y lo quebrado de su alma. Sí, había soportado tantos tropiezos: dejó ir a su hermano menor, casi murió en manos de Tatsumi, perdió al amor de su vida, había asesinado a un hombre...Había muerto tantas veces y de diferentes maneras, pero siempre se levantaba, renacía como un fénix y comenzaba de nuevo. Y eso precisamente, un nuevo comienzo, es lo que ameritaba.

Shun lo acaba de visitar. Le comentó que viajaría a Alemania a la mañana siguiente pero que volvería en un mes para instalarse de nuevo en Japón. Había hablado de muchos planes al volver a su país de origen y muchos de esos planes lo incluían a él. Sin embargo, Ikki sólo lo había escuchado en silencio pensando en lo ridículo que sería cuando Shun lo presentara ante sus amigos y colegas; y cuando éstos le preguntaran a qué se dedica él respondería: me dedico a delinquir, pero a veces y sólo por ayudar a otros. No, eso no lo permitiría, por eso debía huir de nuevo, muy a su pesar. Se sentía como un cobarde huyendo de nuevo pero no tenía otra opción.

Había preparado una pequeña maleta. Se imaginó que Pandora y Shaka serían los primeros en percatarse de su ausencia, pero que con el tiempo lo aceptarían. Salió de ahí no sin antes ver de nuevo la casa donde conoció lo mejor que le había pasado y lo perdió al poco tiempo.

Del Odio Al Amor Sólo Estás TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora