Rompimiento

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-Aioria...- decía Seiya- ¡Aioria! ¡Despierta! -insistía sacudiéndolo.

-¿Qué?- respondió entre dormido el joven- No hermano, hoy no quiero entrenar desde temprano...

-¡Aioria! ¡Vamos despierta! ¡No soy tu hermano!- continuaba.

-¿Qué pasa?- dijo un poco más despierto- ¿Seiya?...-preguntó cuando por fin lo miró.

-¡Necesito que me digas quién es la mujer de la fotografía!-le cuestionó Seiya mientras agitaba la imagen en su cara.

-Ah... es mi novia Marín... -respondió despreocupado.

Seiya, que sentía que la sangre se le había subido a la cabeza, ya sabía eso, pero necesitaba saber lo detalles- ¡Ya lo sé!... ¡Lo que quiero que me digas es todo sobre ella! ¡¿Quién es, de dónde la conoces, cómo es?!

-¿Qué sucede?- preguntó Aioros, quien se despertó por el alboroto y acababa de entrar en la sala, encendió la luz y miró a su hermano menor acostado en el sofá, mientras Seiya permanecía hincado junto a él- ¿Por qué tanto escándalo?

-¿Por qué no me dijeron que la novia de Aioria es mi hermana?- preguntó Seiya.

-¡¿Qué?!- respondieron al unísono los hermanos.

Aquella noche, Saori Kido no podía dormir. Apenas había llegado al orfanato, subió las escaleras rápidamente y se encerró en su cuarto. Una vez en la intimidad de su habitación, no soportó más y rompió en llanto. Se sentía miserable, había mentido a Seiya y con ello se mentía a sí misma. Cuando él obviamente le estaba haciendo una importante declaración, ella no tuvo más remedio que detenerlo y responderle que no podía corresponderle.

-"Vaya mentira"-dijo para sus adentros.

Saori estaba consciente de sus propios sentimientos hacia Seiya, y en parte esos sentimientos le remordían la consciencia. Cuando el joven reapareció en Japón, ella no pudo evitar aún verlo como ese niño rebelde, grosero y maleducado con el que había lidiado años atrás; sin embargo, lo había tenido que esperar durante años y sabía perfectamente que con su regreso ella se veía, más que nunca, obligada a cumplir el objetivo que se había planteado desde hacía años.

No obstante, con el paso de las semanas, permitió que su objetividad se perdiera. Seiya, si bien seguía siendo un tanto insolente, se había convertido en un joven apuesto y encantador. Ella no había podido evitar caer rendida ante su atractivo. Sin saber cómo, Seiya se había convertido en su mundo, le gustaba tanto su sonrisa, sus castaños ojos, su voz, sus manos, su cuerpo... todo él. Pero no sólo se trataba del aspecto físico, desde su regreso, había descubierto en él al maravilloso ser humano que era, un alma y un corazón nobles, generosos y cariñosos.

Estaba segura que una simple palabra de amor proveniente de sus labios, esos mismos labios que ansiaba besar, serían más que suficientes para que ella dejara a Julián, es más, bastarían para que fuera hasta el mismísimo infierno si así lo requería.

Pero aquello era sólo una ilusión, un sueño siempre sería sólo eso: un sueño. Era vital que continuara su relación con Julián, y si así requería la situación, llevarla hasta las últimas consecuencias: el matrimonio. ¿Por qué?, por el simple hecho de no mantener una relación con el joven griego, implicaría jamás poder ayudar a Seiya a encontrar a su hermana. Saori lo entendía, en un mundo donde siempre tienes que tener influencias, era inevitable tener como contacto a una de las personalidades más poderosas de Grecia.

Así habían sido las cosas con Julián; cuando lo conoció, le pareció un joven apuesto pero nada más. Comenzó a involucrarse con él poco a poco. Le pareció lo mejor y lo más normal, dos jóvenes de buena posición social y buen nombre estaban destinados a terminar juntos. Jamás creyó en esas cursilerías del amor verdadero, para ella sólo existían relaciones convenientes.

Del Odio Al Amor Sólo Estás TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora