Lazos de amistad

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Sólo eso podía pasarle a él. Todo sucedió en cámara muy rápida, en un instante se dio la media vuelta. Notó que el sujeto que estaba detrás de él traía una navaja; no había sido difícil quitársela, después lo golpeó hasta derribarlo; cuando lo tuvo boca abajo en el suelo, puso su pie en su espalda y le sujeto los brazos hacia atrás, Seiya notó que en uno de sus brazos tenía un tatuaje de escorpión.

Mientras tanto, el otro sujeto se quedó parado, no decía ni hacía absolutamente nada.

-Maldición...- dijo el tipo al que sujetaba Seiya- ¿Por qué siempre te quieres hacer el bueno?...Haz algo, tienes un arma...

Seiya escuchó que el otro sujeto avanzaba un paso y, al escuchar que retiraba el seguro, supo que le estaba apuntando. –Sé que no lo harías... Ikki- le dijo Seiya muy seguro de lo que había visto segundos antes. Se dio la media vuelta y vio a su viejo amigo bajando el brazo.

-¿Seiya?...- le respondió mientras se quitaba las gafas oscuras.

Seiya asintió, soltó al otro sujeto y se dirigió hacia su amigo.- Me dijeron que... habías muerto.

De pronto el otro sujeto lo agarró de espaldas, ya había recuperado su navaja y se la había colocado justo en el cuello.

-Suéltalo Milo – dijo Ikki. El sujeto dudó un segundo- Que lo dejes... yo lo conozco, él es mi amigo.- a regañadientes lo soltó.

-Ikki, ¿qué te pasó?- le preguntó Seiya- Todos creen que estás muerto.

-Y realmente lo estuve, más de una vez; pero como un fénix he resurgido...Vamos, tenemos que hablar.

Le pidió a Seiya que lo siguiera. Caminaron un poco, parecía que Ikki vivía cerca. Ninguno decía nada y Seiya se sentía incómodo por la presencia del compañero de Ikki. Por fin llegaron a un amplio terreno que tenía al fondo una pequeña casa, que prácticamente era un solo cuarto. Seiya se percató de que era una de las zonas más pobres de la ciudad.

-Pasa- le indicó Ikki- Siéntate... ¿Quieres algo de tomar?

-No... no gracias- respondió Seiya mientras se sentaba. El cuarto no tenía muchas cosas. Tres camas pequeñas, un viejo televisor, una mesa de madera tan vieja como la silla en la que se sentó, una pequeña estufa y un viejo refrigerador.

Ikki sacó una cerveza, la abrió, se sentó frente a su amigo y dijo- Milo, déjanos solos.

-Como quieras, yo veré qué encuentro allá afuera- Seiya pensó si se refería a que iría a la calle a ver si podía robarle a alguien. Cuando por fin se fue, Seiya comenzó a hablar.

-Ikki, ¿ahora sí me dirás qué te pasó?... Yo me siento tan mal, me siento responsable por lo que Tatsumi te hizo.

-El único culpable de lo que me hizo ese desgraciado fui yo... Dejé que quebrantara mi fortaleza. Yo te había prometido que no diría nada a nadie, pero cuando Tatsumi me entrevistó, tenía sospechas de lo que hice. Así que... comenzó a amenazarme, me dijo que haría que Shun perdiera su beca y se quedara varado en el extranjero- dio un trago a su bebida- Yo... yo no pude soportar que le hicieran daño a mi hermano. Así que le conté cómo habías escapado- dibujó una amarga sonrisa en los labios- El muy desgraciado después me dio una tunda... me tiró casi muerto en un terreno abandonado, no muy lejos de aquí. Durante varios días no supe de mí, cuando desperté estaba aquí.

-Así que... ese amigo tuyo Milo, ¿te ayudó?- preguntó.

Ikki hizo una pequeña risa- ¿Él?, no... Milo sólo piensa en sí mismo. En aquel entonces, aquí vivía un sujeto que se hacía llamar Guilty y su hija. Ella fue quien me encontró y cuidó de mí mientras me recuperaba...- hizo una pausa y Seiya se dio cuenta que cuando se refería a esa chica su mirada cambiaba, quizá sentía algo más por ella que sólo agradecimiento- Esmeralda prácticamente vivía sola, su padre bebía mucho y desaparecía por días... En fin, después que desperté, su padre apareció, me dijo que si quería quedarme aquí debía "aprender el negocio".

Del Odio Al Amor Sólo Estás TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora