8.- "Desconocido Bondadoso"

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Sagitario

Huye.

Corre.

Aléjate de ellos.

¡Escapa!

Sagitario- ¡Cállate! -grité-.

Me estaba volviendo loco, un constante chirrido y una voz no paraban, intentaba callarlos, pero no podía.

Mis manos jalando mi cabello, arañando mi cara, ¡Déjame en paz!

Capricornio- ¡Tranquilízate! -tomó mis piernas inmovilizandolas en el suelo, y Acuario mis manos-.

¡Libérate!

¡No dejes que nos toquen!

Sagitario- ¡Deja mi puta cabeza! -gritaba sin control, era un bicho en mi, como cuando los perros escuchaban cosas agudas e intentaban sacarlas de su cabeza aruñando sus orejas con desespero-.

Acuario- ¡Debes calmarte! ¡Somos tus amigos! -escuchaba su voz de pánico-.

Ya no era pánico, todo se convirtió a rabia, miedo, impotencia. Era un maldito sufrimiento por querer quitarme la cabeza.

Sin poder contenerme, rayos y chispas comenzaron a salir de mi interior, por todo mi cuerpo, cubriéndome como una barrera.

Las palabras de los dos chicos no dejaban de intentar darme a entender que estaban aquí, pero era una impotencia porque quería golpearme con algo para al menos desmayarme y dejar de escucharlo.

Entre chispas y descargas, una salió con más fuerza, un rayo, un rayo que les impactó y los empujó de mi.

Me levanté rápidamente, viéndolos en el suelo, retorciéndose.

Acuario- ¡No veo! -gritó tapando sus ojos con dolor-.

¡Corre!

¡Huye de ellos ahora!

Quería quedarme, ayudarlos, pero ese maldito sonido y voz.

Con las piernas temblorosas comencé a correr desesperado, íbamos al comienzo de una carretera, pero ahora, algo me estaba llevando al aeropuerto.

Capricornio- ¡Sag! -escuché su grito-.

Corría y corría, chocando mi cabeza con muros, las personas mirándome raro, me estaba doliendo ya, pero no podía detenerme.

Simplemente me estaba controlando.

Un par de lágrimas caían, estaba sufriendo demasiado, esta rabia de querer hacerme daño para dejar de tener la voz me estaba consumiendo, no se comparaba con nada.

Sagitario- ¡Déjame en paz! -lancé-.

Casi diez minutos corriendo, llegué al aeropuerto, no tenía ni idea de qué hacía aquí, algo me estaba guiando, pero para cuando llegué al estacionamiento del mismo, un muro en medio de este que hacía conjunto con la construcción, me atraía.

Mis piernas corrieron solas hasta el muro, cuando tuve uso de razón y la voz se fue, ya había chocado mi cabeza con el objeto.

Ahora todo me dolía, pero una paz interior me inundó porque ya no estaba ese constante sonido.

La luz se estaba yendo poco a poco, y una oscuridad profunda se postró en cambio.

...

Abrazo la almohada con fuerza, porque siempre necesito abrazar a alguien para dormir, o al menos eso recuerdo de hace tres años.

La Batalla Continúa (C.D.Z #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora