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Rovek la miró con una mezcla de incredulidad e irá. No soportaba que siguieran utilizando a su compañera para amenazarlo, mucho menos un ser fútil como lo era aquella mujer.

-¿Crees que tu muerte tiene alguna influencia en mi?

-Sé que la de Zema si.

Jubal retrocedió por su propia seguridad cuando él fue acercándose a ella, estaba vez no en busca de ofrecer consuelo, sino para infringir dolor.

-Hagamos un trato- dijo rápidamente cuando su espalda chocó contra una pared. –Eres la mayor divinidad existente, ¿no es así?

Cuando Rovek no contestó, ella decidió continuar. Por lo menos había captado su atención, intuía que su falta de respuesta significaba que estaba dispuesto a escuchar lo que tenía que decir.

-No hay algo que no puedas hacer. Así que deseo que traigas de la muerte a mis hermanas y dejes con vida al resto de mi gente.

Estaba empujando su suerte. Lo único que se interponía entre su asesinato era un ser que ni ella misma conocía, pero en quién ahora confiaba para obtener su salvación.

Era la única carta que tenía para jugar, así que decidió sacar el mayor provecho de ésta.

-Si accedes a mi petición, yo consentiré cualquier método para que separes a Zema de mi. Haré lo que pidas a fin de que la obtengas de vuelta. Y...

La suave boca de Rovek se estiró hacia un lado con burla y le fue imposible no molestar aún más a la joven, encarcelándola entre sus manos, que posó en la pared detrás de ella.

-Y si no accedo vas a suicidarte- terminó por ella.

Escucharlo decirlo la hizo sentirse estúpida y temerosa. ¿Qué si se negaba? ¿Realmente tendría el valor para cumplir su amenaza?

Después de la dura vida que habia llevado, siempre aspirando a encontrar algo mejor, en ningún momento consideró la idea de poner fin a su existencia.

Incluso cuando sus hermanas murieron, ese pensamiento jamás cruzó su mente. Su corazón dolía por su perdida, pero no anhelaba encontrarse con ellas en otro mundo, más bien deseaba que ellas regresaran al suyo.

Sin embargo, si tuviese  el mismo final que las vírgenes, prefería perder la vida por sí misma que a manos del monstruo frente a ella.

-¿Y si tienes que morir para que Zema sea libre?

De todas maneras su vida ya estaba en juego. No cambiaba el resultado, así que negó con la cabeza fingiendo indiferencia.

-Haré lo que sea necesario- repitió.

Rovek supo que no mentía. Y a fin de proteger cualquier oportunidad de recuperar a su compañera, accedió a las peticiones de la joven.

-Sé hará como dices.

(...)

Rovek abandonó la habitación para que ella tuviese la privacidad de asearse. Aún podía oler en ella sangre mortal y las cenizas de Phton aferrándose a su cabello.

Se dejó caer frente al fuego en el mismo lugar en el que ella había estado momentos atrás. Apenas podía creer que Zema hubiese elegido a aquella joven para vivir en ella. ¿Qué tenía de especial? Sabiendo las intenciones que tenía Rovek para aquella raza, ¿por qué la había elegido?

A pesar de que Zadro y su grupo habían obligado a aquellas jóvenes a ingerir a su compañera, ésta podía haberlas destrozado en el momento en que entró en contacto con ellas. Sin embargo, permitió ser utilizada por esas chiquillas estando consciente que sus dones serían utilizados para salvarlos.

Las Doce VírgenesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora