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A la semana siguiente JungKook se dio cuenta lo poco interesante que era el pueblo que debía cuidar, las personas no le prestaban mucha atención y él tampoco a ellos. Era una zona bastante rural y alejada de la tecnología y avances de las ciudades más centralizadas. Podía ver como la mayoría de los habitantes se dedicaban a la agricultura y en menor parte a la ganadería, todo un ambiente muy distinto al que estaba acostumbrado. 

Mayormente mantenía sus ojos cerrados y solo se concentraba en sentir los kí cerca de él, los humanos fluctuaban entre los 1 y 5 de poder, así que cualquiera poder mayor a ese lo sentiría y podría pelear. Pero tan solo a una semana de que comenzó su trabajo, estaba harto de no poder entrenar ni un poco.

Su trabajo era aburrido pero muy fácil, a excepción de ese niño. Jimin. No importaba que no hablara, no importaba su ceño fruncido, ni mucho menos las veces que le gruñó. ¡El chico siempre volvía!. Lograba hacer que JungKook se sintiera mareado con su presencia y sobre todo con sus preguntas.

— ¿Cómo es su planeta? En clases me dijeron que era rojo, ¿cómo es posible que puedan cosechar algo teniendo tierra roja?

— ¿Para qué sirve la cola? Ya tienen suficiente con sus brazos y nunca veo que la desenrollen.

— ¿Cómo un Rey gobierna todo un planeta? ¿No sería mucho más fácil si hubieran países como en la tierra?

— ¿Qué tan alto llega su nivel de poder señor?

— ¿Cómo se organiza socialmente su planeta?

JungKook ya estaba harto de sus preguntas, pero el chico no parecía darse cuenta, podría ser por la gran habilidad que tenía JungKook de mantenerse inexpresivo que mantenía ignorante al chico, su rostro serio el único cambio que tenía era cuando acentuaba su ceño fruncido, fuera de ello, no demostraba nada más.

Como era de costumbre, desde temprano estaba en la plaza vigilando el lugar, las mañanas eran sus momentos favoritos, el niño tenía que ir a ese lugar donde aprendía cosas, entonces estaba mayormente solo, todos lo ignoraban y él ignoraba a los terrícolas. Tenía paz, pero aún así lo encontraba una pérdida de tiempo, perfectamente en ese momento podría estar en alguna de las habitaciones para entrenar en su nave.

Cuando ya era de tarde no vio rastros del chico y sintió un alivio, al parecer se había dado por vencido. No lo culpaba, pero aún así se sintió decepcionado. El chico a pesar de saber qué clase de raza son los saiyajin, igual se acercó a hablar con el riesgo de que JungKook pudiera solo hacer un movimiento de muñeca y matarlo. A regañadientes JungKook admitía que el chico era bastante valiente.

Mientras pasaba el rato, JungKook se encontró a sí mismo buscando el kí del niño, habían pasado bastante tiempo juntos como para conocer su marca de poder y frunció el ceño cuando se dio cuenta que estaba bastante cerca. 

¿Entonces por qué no había venido a él?

Automáticamente se encontró caminando hacia donde lo sentía y llegó a un especie de callejón. Había un grupo de chicos al final pateando algo. Sin pensarlo vuela hasta el lugar en un segundo y disuelve el grupo abruptamente. En medio del círculo estaba Jimin, completamente en posición fetal abrazando a sí mismo, tratando de protegerse de los golpes que le habían estado proporcionando.

Desde su mano se forma una bola de energía brillante, que solo con mostrársela a los chicos  que estaban molestando a Jimin, salieron despavoridos al ver a un saiyajin enojado. Los saiyajin tenían la fama que ante la mínima provocación, no dudarían en matar a quienes los molestaban. JungKook brevemente sonríe de lado. Cobardes.

Girándose hacia Jimin, quien todavía estaba abrazado a sí mismo, se inclina para observarlo con más detalle, buscando algún tipo de lesión y frunce el ceño al ver su rostro magullado. De su cintura a un lado de su cola enrollada, abre una bolsa y saca una semilla del ermitaño. Sin duda lo mejor que la tierra podría ofrecer, unas semillas que te hacían recuperar tus fuerzas en cuestión segundos.

Sostiene la cabeza de Jimin, quien tenía apenas los ojos entreabiertos e introduce la semilla en su boca, obligándolo a comer vio como el alimento causaba efecto en el chico. En cuestión de segundos, abrió sus brillantes ojos confundidos pero sonrió al reconocer a su salvador.

— ¡Es usted! ¡Muchas gracias por salvarme! — Sus ojos se llenan de lágrimas entre felicidad y tristeza por lo que le estaban haciendo hasta hace poco. JungKook fácilmente pudo leer al niño, era tan transparente que lograba contagiar con sus emociones a todo el mundo. 

JungKook gruñe y lo suelta sin mucha amabilidad levantándose, dejando al niño recostado en el piso una vez que se dio cuenta que ya había recuperado sus energías. — Aprende a cuidarte, no siempre estaré para cubrir tu espalda. Ahora vete a casa.

Su voz grave sale como de costumbre y se gira para comenzar a caminar hacia la plaza.

Hubo un silencio, era la primera vez que le hablaba y el niño parecía sorprendido, pero antes de desaparecer escuchó. 

— ¡Gracias señor!

Different planets →kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora