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Los meses siguientes fueron como una prueba de fuego para ambos. 

JungKook le había prohibido besarse de nuevo o tener una muestra como la que habían tenido antes, dijo que prefería mantenerlo todo como estaba y ver qué sucedía entre ambos. Jimin pudo darse cuenta de la seriedad en el tema y lo entendió. Pero la verdad es que JungKook se lo había prohibido porque sabía que no podría controlarse con el pequeño humano.

Al día a día JungKook hacía como si nada hubiera pasado y trataba a Jimin como siempre, la verdad es que todas las noches soñaba con él y se lo imaginaba tomándolo como su compañero. Era una tortura física y emocional, pero sabía que era lo correcto, esperar para tener el momento ideal y reclamarlo como suyo, si es que el terrícola aún lo quería.

Desde el momento que fue repudiado por su propia raza, supo que pasaría toda su vida sin un compañero y lo aceptó, había aprendido a vivir con el hecho que tendría una vida amargada y se sentiría incompleto, sin poder conocer a su complemento. Pero ahora que tenía una oportunidad de tener un compañero, uno que se veía genuinamente interesado y dispuesto, tuvo miedo.

Por primera vez en su vida sintió verdadero miedo. Era un hombre de veintisiete años y tenía miedo del rechazo de un chico de diecisiete.

Aunque se decía a sí mismo que no se hiciera ilusiones, y que detuviera cualquier pensamiento esperanzador y prefería restarle importante. Le era imposible no imaginarse a Jimin como su compañero cada vez que le sonreía, cada vez que le traía comida o cada vez que se decían buenas noches antes de dejarlo en su habitación.

Sentía que estaba tan cerca de alcanzar lo que siempre había anhelado, pero a la vez tenía miedo de llegar a ese punto. 

Era una tortura, pero dentro suyo sabía que Jimin era el indicado y si no lo tenía a él, ya nunca más dejaría entrar a alguien a su vida. Jimin no tenía idea del poder que estaba teniendo en la vida de JungKook en ese momento.

Ese débil humano, en su pequeño mano tenía la decisión más importante de la vida de JungKook. Y lo peor, es que el saiyajin estaba más que dispuesto a dejarlo guiar su vida.

En su agonía cuando llegó el cumpleaños de Jimin, el menor lo único que hizo ese día fue decirle.

— Ya cada vez queda menos JungKook, ve preparándote para tenerme como compañero.

Lo único que hizo JungKook fue bufar y soltar una pequeña e inexistente risa ante la confianza del menor. Aunque por dentro, deseaba con todas sus fuerzas que sus palabras se hicieran realidad.

Una tarde, después de meses de espera y más tarde de lo usual, Jimin apareció vestido de una forma rara que nunca lo había visto usar y con un cartón en la mano. Se veía más brillante que en otras ocasiones y se podía ver como se estaba conteniendo para gritar y celebrar. JungKook lo único que hizo fue fruncir el ceño sin entender qué era lo que lograba poner tan feliz al chico.

Dando saltitos y haciendo un extraño baile frente al gruñón saiyajin, le muestra el cartón.

— Ya estoy listo para ser su compañero.

La realidad lo golpeó y no pudo ocultar su sorpresa, su expresión de asombro estuvo ahí por una fracción de segundo, pero de todas formas Jimin logró captarla y aquello hizo que su alegría aumentara diez veces más si era posible. Había logrado causar una emoción en el frío saiyajin. 

— Entonces... ¿Cómo hacemos esto? — Sus mejillas se sonrojaron por completo. 

Different planets →kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora