Tanjirou Kamado, un ex estudiante dejado, ahora un agitado trabajador en una panadería con demasiadas responsabilidades, lleva una vida dura después de la muerte de sus padres intentando mantenerse a él y a su hermana menor, Nezuko, a flote. Tanjiro...
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Pov Tanjirou.
¿Se acuerdan de aquella vez en que corrí con todas mis fuerzas hacia el supermercado debido a que las comidas instantáneas estaban en oferta?
Justo de esa manera me encuentro corriendo frenéticamente en estos momentos, puede ser que con aún más velocidad que esa vez.
La noche se mantiene tan fría como la anterior, varios autos aún circulan por las calles y gente camina por la acera. Debido a mi improvisada persecución, repetidas veces he chocado con alguna que otra persona en el trayecto y un auto casi me atropella.
Pero sigo corriendo, corro con todas mis alientos como si de verdad está vez mi vida dependiera de ello.
Aunque probablemente, sea verdad.
Aún no sé qué debería decirle a Giyuu cuando lo tenga de frente. Todo se mantiene tan borroso para mí. ¿Debería quizá preguntarle sobre el viaje? ¿Cómo le fue? ¿Se divirtió? Debería... ¿Contarle lo que ha estado pasando conmigo? ¿Lo que sucedió?
No tengo nada en claro, supongo que cuando estemos cara a cara, todo fluirá.
Pero de lo que sí estoy seguro es que, esta noche estoy decidido a decirle de una vez por todas, lo que siento por él.
Hey, Giyuu, me gustas.
Sí... Bueno, probablemente pensarlo sea mucho más sencillo que hacerlo. Pero voy a cruzar los dedos y a desear que todo salga bien.
Ya es tiempo.
La verdad es que no sé con exactitud dónde se encuentra la agencia, así que repetidas veces me detengo a preguntar a alguna que otra persona por ahí la ubicación de la estación de policías. A mi suerte, es muy famosa y conocida por muchos.
Un edificio alto, con grandes puertas de cristal y un estacionamiento muy grande al frente. Imperdible.
Y justo cuando menos me doy cuenta, ya me encuentro a una esquina de llegar a aquel tan llamativo edificio. Al notarlo, me detengo en seco y trato de calmar mi respiración agitada, apoyando mis manos en mis rodillas y tomando grandes y quizá exageradas bocanadas de aire.
Necesito hacer ejercicio, mierda.
Levanto la mirada y retomo mi compostura, le doy pequeñas vueltas a mi cuello, estirando mis músculos y finalmente tirando un suspiro lleno de determinación.
Reviso mi celular por última vez.
Las 9:15 pm.
Tratando de no pensar en que tal vez ya era tarde, comienzo a dar pasos hacia el edificio. Camino lentamente, hasta llegar a el fin de la pared que separaba el estacionamiento con la acera de la calle. No me atrevo a dar un paso más, mis manos juguetean entre sí, nerviosas.
¿Qué demonios estoy haciendo?
Rasco mi nuca, aún sin atreverme a dar un paso más, escondido detrás de la pared. Por más que mi cerebro le manda órdenes a mi cuerpo de moverse o hacer algo, simplemente no me responde.
