Tanjirou Kamado, un ex estudiante dejado, ahora un agitado trabajador en una panadería con demasiadas responsabilidades, lleva una vida dura después de la muerte de sus padres intentando mantenerse a él y a su hermana menor, Nezuko, a flote. Tanjiro...
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Pov Giyuu.
Estuve como un loco buscándolo por todos los alrededores. Grité y grité su nombre, más no había respuesta. No se encontraba en ninguna parte.
Probablemente las personas pensaron que me veía como un loco, un desquiciado. Bueno, no estaban del todo equivocados por que en verdad que ya había perdido la cordura.
Y entonces, cuando mis casillas no podían estar más fuera de su lugar, tomé de nuevo mi auto y conduje a toda velocidad al último lugar donde se me ocurría podría estar en estos momentos.
Tiene que estar ahí, sino ¿Dónde más?
Tanjirou ¿Dónde estás?
Estoy tan preocupado, asustado. No sé qué es lo que pensó Tanjirou al ver esa maldita escena. ¿Quizá se habrá sentido traicionado? ¿Qué habrá pensado? ¿Qué no le conté algo tan importante como el hecho de que quizá estuviera saliendo con alguien?
¿Qué pensaste? Mierda ¿Qué pensaste?
En verdad sé que no le gusto, que no hay nada más que una simple amistad entre los dos, pero, tengo la inexplicable necesidad de aclararle las cosas, de decirle que para mí es muy importante, que no es lo que parece.
Necesito rogarle que se quede conmigo, aún si es sólo siendo mi amigo.
Tengo que decirle... Lo que siento en verdad.
Justo ahora, me encuentro subiendo las escaleras de este viejo edificio con mucha prisa, casi tropezando con uno que otro escalón. No puedo pensar más que en Tanjirou a la par que mi respiración se agita, casi perdiendo el aliento.
Al llegar al quinto piso, sin siquiera tomar aire, me encamino con pasos veloces a la última puerta de madera, al final del pasillo. Toco con los nudillos de mi mano repetidas veces, dejándolos tal vez enrojecidos, haciéndolos doler. No obstante, nadie abre, no hay de nuevo respuesta.
Pero mis oídos logran escuchar el sonido de pisadas dentro del departamento. Entonces toco con más fuerza.
Aún nadie abre.
—¡Tanjirou! —llamo frenético—. ¡Por favor abre! ¡Por favor te lo pido! Sé... Sé que estás ahí —pego un suspiro y recargo mi frente contra la rasposa puerta—. Yo... Quiero verte. Quiero hablar contigo. Quiero decirte que tú...—detengo mis balbuceos por un momento—. Que tú en verdad me... —no logro terminar ya que la puerta se abre y mi cabeza termina por irse abruptamente hacia adelante.
Alzo la mirada en ese instante, con una imperceptible emoción, esperando encontrarme con aquellos hermosos y cálidos ojos carmesí.
Pero no es así. En su lugar, mis ojos chocan contra una mirada rosa, tan gentil. Una mirada llena de brillo y con un atisbo de preocupación.
Nezuko Kamado.
—¿Tu hermano está aquí? —la chica se mantiene mirándome, sin dar alguna señal de respuesta—. Necesito verlo, por favor déjame pasar, tengo que verlo —doy un paso hacia el frente, en un intento de cruzar el portal de la entrada, pero la fuerza de unas pequeñas manos en mi pecho me impide adentrarme al lugar. Me detengo, mirando de una manera suplicante a la de cabellos oscuros—. Nezuko
