Tanjirou Kamado, un ex estudiante dejado, ahora un agitado trabajador en una panadería con demasiadas responsabilidades, lleva una vida dura después de la muerte de sus padres intentando mantenerse a él y a su hermana menor, Nezuko, a flote. Tanjiro...
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Pov Giyuu.
—¿Desde cuándo? —escucho la voz del viejo Urokodaki preguntar a mis espaldas llamando mi atención que estaba pérdida en la puerta. Lo miro confuso.
—¿Qué cosa?
—¿Desde cuándo? —repite recargándose en el escaparate del mostrador, lleno de pasteles.
—No le entiendo viejo ¿Desde cuándo qué? —le miro extraño. Y es que de verdad estoy muy desorientado.
El canoso suelta un suspiro para luego seguirle una carcajada. Le sigo mirando, espectante.
—¿Desde cuándo te gusta Tanjirou? —de pronto mi cara relajada se tensa y mis ojos se abren como platos. El viejo vuelve a reír— Oh, así que estoy en lo correcto.
—¿Qué? No, bueno ¿Qué? —pregunto acercándome a él, dudoso.
—Vamos Giyuu no te hagas, te conozco mejor que nadie ¡Dios! —exclama llevando su cabeza hacia atrás— Se te nota ¿Eres idiota? Babeas por él.
—¡Viejo! —reclamo apenado, jurando tener la cara roja— Usted qué cosas dice y cómo es que usted... ¡No es lo que..
—Ya dije que se te nota. No te pongas así, no sigas negando las cosas —me mira a través de su típica máscara. El ambiente se queda en silencio y al final me permito relajarme, rindiéndome y soltando un suspiro.
—¿Tanto así se me nota viejo? —rasco mi nuca con la vista en el suelo y luego le miro rápidamente.
—Bueno... —parece ponerse serio— Es increíblemente notable, demonios Giyuu ¿Qué te ocurrió? Ahora parece como si tuvieras una sonrisa costurada a tu rostro cada que entras por esa puerta —señala la entrada del local y estúpidamente la miro. Luego suelto una risa boba y sonriente.
—Ahaha ¿Es así? —pregunto aún manteniendo mi sonrisa estúpida y mi tono bobo. Juro, en serio juro que no es mi intención sonar así.
—¡Giyuu! En serio ¿Qué te pasó? —exclama mirándome sorprendido. Le miro de nuevo y retomo mi compostura.
—No sé, viejo, simplemente... —observo el techo del local con determinación, como si buscara algo, y es que en realidad estaba buscando una palabra adecuada la cual decir— Simplemente pasó. Tanjirou Kamado llegó y me hizo un desastre, así son las cosas.
—¿Y eso es malo? —pregunta con un tono incrédulo el canoso.
—¿Usted cree que lo sea? —le vuelvo a mirar— Digo, sí, Tanjirou me gusta y sé que usted es viejo y todo y que sus ideas pueden que no sean iguales a...
—¿Pero qué dices? —de pronto recibo un golpe en mi frente y llevo mi mano enseguida hacia la zona que fue agredida por el viejo Urokodaki. Me quejo.
—Auch ¿Y eso por qu...
—Por decir idioteces —declara volviendo a cruzarse de brazos. Le miro esperando a que diga algo—. No estoy en contra de eso, de que te guste un hombre —dejo caer mis brazos a mis costados, ablandando mi rostro—. Aunque eso suena mal a mis oídos, entonces dígamos que no estoy en contra de que te guste una persona. Si la quieres, pues bien.
