Tanjirou Kamado, un ex estudiante dejado, ahora un agitado trabajador en una panadería con demasiadas responsabilidades, lleva una vida dura después de la muerte de sus padres intentando mantenerse a él y a su hermana menor, Nezuko, a flote. Tanjiro...
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Pov Tanjirou.
Miro determinadamente el reloj.
Las manecillas van lento, el sonido del tic tac resuena ansiosamente en mis oídos.
Mis pies se mueven inquietos mientras mis manos se toman entre sí, fuertemente.
Estaba retrasado. Se había retrasado.
¡Es...Un...Nuevo récord de llegar tarde y me estoy poniendo ansioso!
No, ah, no es como que me acuerde exactamente de los horarios en que Giyuu suele venir a la panadería...¡Pero...Pero hoy sí es tarde! ¿Dónde estará? ¿Acaso no vendrá hoy?
Ah, pero claro, no es su obligación venir.
Es más ¿Por qué viene todos los días?
No es como que...Quisiera verme o algo así.
Me deprimo levemente y recargo mi cabeza sobre el mesón del escaparate de la caja registradora.
Ah, maldito policía.
Desde que llegó a mi vida, hace 3 meses, no hace más que hacerme sentir tan ridículamente estúpido siempre que se encuentra a mi alrededor.
Aún recuerdo la primera vez que le vi entrar por la puerta.
Suena demasiado ya que en serio eso no tiene mucho, pero el recuerdo de aquel hombre sombrío, con un aspecto misterioso y sexy, que al final terminó pidiéndo donas de chocolate, siempre viene a mi mente cuando pienso en lo mucho que ha cambiado.
Y es que ha cambiado mucho.
Pasó de hablarme tan fríamente, de no decirme mucho sobre él, de en serio hacerme sentir incómodo a...
—¡Tanjirouuuuu! —bueno a eso.
Levanto mi cabeza muy rápido y me pongo derecho, peinando mi cabello hacia atrás y acomodando estúpidamente mi delantal. Observo como Giyuu cierra la puerta después de canturrear mi nombre y se dirige hacia el mostrador, en donde me encuentro.
—Disculpa...La demora... —dice entrecortadamente mientras retoma el aire— ¿Me estuviste esperando? —pregunta con una sonrisa de lado. Acto seguido me avergüenzo y termino casi tropezando con unas cajas vacías a un lado de mis pies.
—Um, bueno, no es como que...Tuvieras que venir siempre —declaro mirando hacia todos los lados posibles, menos el rostro del de ojos azules.
—Cierto, es verdad —afirma y me sorprendo por un instante. De pronto, siento una pequeña decepción. Bueno, no pequeña ¡En serio me acabo de decepcionar mucho porque pensé que...—. Pero me gusta venir a verte ¿Te molesta? —¡Aaaah, es mucho! Casi vuelvo a tropezar con las cajas pero de nuevo logro salvarme, y esta vez es imposible ocultar el sonrojo que hay en mi rostro—. Tanjirou ¿Estás bien?
