Tanjirou Kamado, un ex estudiante dejado, ahora un agitado trabajador en una panadería con demasiadas responsabilidades, lleva una vida dura después de la muerte de sus padres intentando mantenerse a él y a su hermana menor, Nezuko, a flote. Tanjiro...
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Pov Tanjirou.
Me recargo sobre la puerta cansado, tratando de retomar todo el aire que perdí al subir tres pisos arriba, corriendo e intentando que mi cena no se cayera en el intento.
Vaya vergüenza.
Tanjirou ¿Qué te ocurre?
—¡Nezuko, estoy en casa! —grito ya respirando un poco mejor y comienzo a caminar a la cocina.
Los brazos de Nezuko me atrapan por detrás mientras yo dejo las bolsas de compra en la mesa.
La miro y ella me sonríe. Luego suelto una pequeña risa puesto que ella es muy tierna.
—Traje sopa instantánea, tu preferida —se la enseño y ella se sienta rápidamente en la mesa.
Después, me dispongo a “cocinar” los paquetes de comida. Al final, Nezuko y yo disfrutamos de una agradable cena en silencio, mientras escuchamos música en una pequeña radio que el señor Urokodaki me había regalado.
Pero, aunque por las paredes de nuestro pequeño comedor retumban melodías, en mi cabeza solo retumba una y otra vez ese estúpido nombre.
Giyuu.
Suelto un pequeño resoplido frustado y derramo un poco de caldo caliente en mi mano.
Suelto un pequeño quejido y Nezuko se burla de mí mientras ríe de esa manera peculiar en que lo hace.
Ah...Ésto es malo.
(. . .)
Era de mañana y me encuentro limpiando los vidrios del inmenso ventanal de la panadería.
El señor Urokodaki había salido a hacer unos encargos y yo me he quedado a cargo del lugar.
Totalmente solo.
Observo el exterior y miro como los autos transitan más de lo normal.
Veo como un grupo de estudiantes parecen haberse escapado de la escuela y después veo más autos yendo a más velocidad. Y luego, más gente.
Y también después veo como una patrulla policíaca se detiene frente al negocio y siento como mi corazón comienza a ir más rápido que los autos de la calle.
Me quedo mirando el vehículo hasta que veo como la puerta del conductor se abre, dando salida a ese hombre otra vez.
Estatura alta, buen físico, cabello envidiable, uniforme pegado y portando inexplicablemente una katana.
Sí, al darme cuenta de todo eso de pronto mis piernas se mueven solas y voy a dar a la cocina del señor Urokodaki corriendo.
