Tanjirou Kamado, un ex estudiante dejado, ahora un agitado trabajador en una panadería con demasiadas responsabilidades, lleva una vida dura después de la muerte de sus padres intentando mantenerse a él y a su hermana menor, Nezuko, a flote. Tanjiro...
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Pov Giyuu.
Una noche estrellada, autos circulando como locos por las calles, luces en los edificios, el estómago lleno, música que no conozco en la radio y un chico de cabellos carmesí sentado a mi lado, viendo por la ventana como un niño de 5 años.
Mierda, que esto no es un cita.
Se suponía que sólo debía llevarlo a casa, pero terminé cenando y teniendo una buena salida con él.
¿Y lo peor?
Me la pasé muy bien.
Conduzco a través de la calle que da hacia la panadería del viejo, ya que al parecer, él vive justo en frente de ésta.
Estaciono la patrulla y el silencio se hace presente.
Miro la calle y juego con mis manos que se encuentran en el volante, entonces, pasan unos segundos más, pero él no hace nada.
—¿Vives aquí no? —pregunto sin dirigirle la mirada.
—Ah, sí, yo...¡Es cierto, vivo aquí! —dice rápidamente, para luego bajarse muy torpe del vehículo con sus bolsas de compra, después se aproxima a la entrada de los departamentos casi tropezándose.
¿Por qué actúa tan extraño?
Cuando veo que está a punto de entrar me dispongo a irme, pero entonces escucho llamar mi nombre.
—¡Hey, Giyuu!
Miro por la ventana y veo que él me observa desde los escalones del edificio.
El viento mueve su cabello y los pendientes que cuelgan de sus orejas ondean, puedo notar un leve sonrojo en sus mejillas.
Él me mira fijamente.
Yo lo miró fijamente.
¿Qué es ésto?
—Tú...¿Vendrás a la panadería estos días? —pregunta, mientras aún mantenemos este extraño contacto visual.
—¿Estás en turno todo el día?
—Eh...Sí, todos los días...¡Eh, bueno no todos los días! Los días en los que no abre la panadería pues no —ríe nervioso y de sus manos se resbala una bolsa de compra—. ¡Aaah, demonios!
Tiro una pequeña sonrisa de lado.
Este chico es muy interesante.
—Supongo que unas donas nunca hacen mal ¿Cierto? —digo vagamente a modo de respuesta y pongo en marcha la patrulla.
Conduzco por la ciudad con calma, sinceramente no quiero llegar a las oficinas tan rápido, y espero que mis compañeros no digan nada por haber tardado tanto fuera.
En realidad tenía demasiado tiempo que no comía con alguien, y hacerlo hoy, extrañamente me puso de buen humor.
