Tanjirou Kamado, un ex estudiante dejado, ahora un agitado trabajador en una panadería con demasiadas responsabilidades, lleva una vida dura después de la muerte de sus padres intentando mantenerse a él y a su hermana menor, Nezuko, a flote. Tanjiro...
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Pov Tanjirou
Entonces corro por mi vida. Corro como si no hubiese un mañana.
Corro como si todo dependiera de ello.
Corro apostando todo lo que pueden mis piernas.
Pero, quizá se pregunten; Tanjirou ¿Por qué corres?
En ese caso, les respondo de manera sencilla; ¡Hay ofertas de comida instantánea al 2×1 en el supermercado!
Zenitsu me avisó hace unos minutos y de volada salí de mi apartamento hacia la gran tienda.
Si algo siempre debo aprovechar, es una buena oferta de comida, así puedo ahorrarme un poco de dinero ¿No?
Al llegar, entro por las grandes puertas del lugar y tomo una canasta de compra, para luego dirigirme rápidamente hacia el pasillo de comidas instantáneas.
Hoy es sábado, día de la semana en la que la panadería del señor Urokodaki no abre sino hasta el día siguiente. Por lo tanto, antes de la llamada de Zenitsu, me encontraba echado en el sofá mientras escuchaba la radio y leía un libro.
Demasiado aburrido.
Así son todos mis sábados, ya que, Nezuko suele irse con sus amigas todo el día y no vuelve hasta el día siguiente ya que acostumbra quedarse a dormir con ellas.
Y sí, ella se lleva su celular, por lo tanto no tengo jamás qué hacer, estoy solo, aburrido y sin algo con qué entretenerme.
Así que, un buen rato de compras no estaba mal.
Quizá pueda conversar con las sopas ramen instantáneas.
Cuando me adentro en el pasillo observo a una cantidad de personas que se encuentra amontonada mientras se arrebatan los paquetes de comida entre sí.
La mayoría eran mujeres mayores y chicas que parecían ser estudiantes.
¿Por qué tanto alboroto por unas simples comidas instantáneas?
Esa pregunta pasa por mi mente un segundo, pero luego me vuelvo a preguntar:
¿Y si se llevan todos los empaques?
Entonces, sin pensarlo, tomo mi canasta con fuerza y me cuelo entre la multitud de chicas y mujeres intentando tomar algunos empaques de las repisas más altas, que, curiosamente, aún estaban casi llenas ya que muchas de las chicas eran muy bajitas.
Ser un poco alto es algo bueno.
Tomo algunos empaques de ramen y de otras comidas y los hecho en mi canasta. Después salgo del amontonamiento y me dirijo a las cajas registradoras.
En el transcurso, camino más lento y me entretengo viendo las luces del techo, el suelo y los pasillos con estantes llenos mercancía.
Entonces, al divagar con mi mirada, de manera inesperada un pasillo con un aparador en especial me llama la atención.
