Confianza

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El elevador se dirigía la primer piso, ninguno de los dos hablaba, yo me quede de un lado de este con mis brazos cruzados sobre mi pecho, y mi ceño fruncido, mientras que L parecía más bien incomodo, iba cabizbajo y con las manos ocultas en los bolsillos del pantalón, varias veces se giraba hacia mí y abría la boca como si fuese a hablar, pero seguidamente la cerraba y desviaba su vista al suelo.

Cuando el elevador se detuvo y  ambas puertas corredizas nos permitieron pasar, caminé directamente hacia la puerta principal, aún sin ver a L, más que enojada, estaba confundida, si él no quería ser mi amigo… ¿Por qué no aceptar que SungGyu viniera en su lugar?

Me dirigí a la farmacia prácticamente sola, L venía detrás, a veces miraba por el rabillo del ojo para confírmalo, se seguía viendo nervioso, y parecía como si aún quisiera hablar, pero esta vez se detenía detrás de mí, llevaba una mano a la boca como pensativo, después negaba con la cabeza y finalmente seguía caminando.

La cuarta vez que hizo esto, decidí romper el silencio, ya estábamos por llegar, pero en verdad me ponía nerviosa, aclare mi garganta un poco, pues a pesar de que o veía a nadie cerca, nunca se sabe si alguien observa; Me giré y me detuve en seco frente a L, aún con los brazos sobre mi pecho.

-¿Podrías dejar de hacer eso? – pregunte enfadada. L se detuvo y me miró con detenimiento.

-¿Qué? – dijo sin comprender elevando sus cejas.

-Que dejes de hacer eso – le respondí girándome para seguir con mi camino.

-¿Hacer qué? – preguntó llegando hasta mi lado y caminando a mí mismo rito.

-Eso de detenerte cada 2 minutos, abrir la boca, cerrarla, negar y volver caminar – le dije bufando.

-Ah eso – dijo comprendido y chasqueando los dedos – Está bien – le restó importancia con un moviendo de cabeza - ¡Espera! – gritó repentinamente haciéndome parar.

-¿Qué? – pregunte seria.

-¿Me estabas viendo? – preguntó elevando una ceja y sonriendo de lado, al tiempo que se cruzaba e baros.

-¿Q… qu… ué? – tartamudee evidentemente, eso me tomó por sorpresa.

-Pregunte si me estabas viendo – dijo riendo un poco.

-N… no… yo… no… - dije aún nerviosa, jugando con mis manos y volviendo a caminar, ya estábamos en la puerta de la farmacia.

-Entonces… ¿Cómo te diste cuenta? – dijo entrando al lugar conmigo.

-¿Cómo me di cuenta de qué? – pregunte haciéndome la desentendida mientras me dirigía por los refrescos.

-De lo que hacía, tu ibas por delante, así que tuviste que girarte para notarlo – dijo sonriendo de lado nuevamente.

-Ah, eso – dije como él momento antes - ¿De qué refresco llevamos? – cambie MUY drásticamente de tema, pero es que no quería que supiera que a ratos lo veía.

-Sprite®, Mirinda®, Manzanita®, y Coca®, Ahora tu contéstame – dijo tomando refrescos de las primeras dos marcas, mientras o tomaba los de las dos segundas.

-¿Por qué esos refrescos? – pregunte aun cambiando de tema dirigiéndome hacia la caja.

-Porque son los que les gustan – dijo como si fuese lo más obvio del mundo – Y no me…

-¿Cuánto es? – pregunté en la caja, interrumpiendo a L.

-$160 – me dijo la que atendía.

-Respóndeme – se quejó L dando pequeños saltitos en su lugar, como niño pequeño.

-Permítame sacar mi billetera – me dirigí hacia la cajera mientras rebuscaba en mis bolsillos y ella embolsaba las 4 botellas, 2 en cada bolsa.

Dos En Una (sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora