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A medida que avanzaba la batalla, observabas cómo varios de los guerreros de la aldea habían sido asesinados por las criaturas que habían invadido las tierras de Kattegat.

Sin retroceder por un segundo, usas tus poderes y habilidades lo mejor que pudiste para no solo salvarte a ti misma sino a las personas que te rodean.

Fuiste a dar un golpe final a un alienígena de ojos negros mientras escuchaste la estática de una de las comunicaciones llenaba tu audición.

—¡Chicos, necesito ayuda aquí!– Natasha gritó a través del comunicador.

Sin dudarlo un momento, respondiste a Nat con una sonrisa.

—En camino– y rápidamente te abriste paso entre la horda para encontrarla.

Cuando encontraste a Natasha, ella estaba tendida en el suelo, quieta y cubierta de sangre.

—¡Dioses!– Gritaste mientras corrías para agacharte junto a ella –¡No te mueras! ¡Despierta, Nat!

—Ni siquiera estoy muerta– Natasha dijo visiblemente encogiéndose de ti –Solo estoy fingiendo.

—Te odio a veces– Dijiste mientras mirabas la pierna de Natasha. Comenzando desde la parte superior de su rodilla hasta la mitad de su muslo había una gran herida que sangraba profundamente.

—¿Cómo no te has desmayado todavía?–Cuestionaste con calma mientras te movías hacia su pierna y colocabas tu palma sobre el corte grande.

—¿Es eso una pregunta?– Preguntó con los dientes apretados y una voz tensa mientras intentabas usar tus poderes para curar su pierna.

La plata que iluminó tu mano se extinguió rápidamente justo cuando el sonido de gruñidos de enojo alrededor de donde tú y Natasha yacían en el suelo se hicieron presentes.

Cuando miraste hacia arriba, un grupo de unos seis o más seres viscosos había comenzado a rodear el área pequeña.

—¡Tienes que estar bromeando!– Gritaste en leve pánico –Lo siento mucho por esto– Le dijiste al cielo como un débil intento de disculparte contigo misma. Con una respiración profunda dejas escapar un silbido armónico fuerte.

—Vamos– Susurraste mientras buscabas en las nubes el gran destello blanco que estabas esperando.

Justo cuando comenzaste a perder la esperanza en las habilidades que aún tenías control en este lugar algo nuevo, lo escuchaste.

El relincho melódico y el suave pero ruidoso aleteo de las alas gigantes.

Sientes que la emoción burbujeaba en tu estómago al ver tu corcel alado pero se extinguió rápidamente al notar que las criaturas antes se habían acercado significativamente.

—¡Más rápido, Sleipnir!– Le gritaste a tu caballo. Viste cómo Sleipnir relinchaba ruidosamente y metía sus alas para deslizarte hacia ti más rápido.

—No lo logrará– Natasha dijo mientras miraba a los alienígenas que se acercaban.

—Lo va a lograr– Respondiste mientras seguías mirando entre el cielo y el suelo.

—¡Eira!

—¡Mierda! ¡Thor aquí!– Lloriqueaste cuando algunos de los extraterrestres se habían ido a saltar sobre ti y sobre Natasha.

Te volteaste para proteger el cuerpo de Natasha de los golpes mortales que te impondrían

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Te volteaste para proteger el cuerpo de Natasha de los golpes mortales que te impondrían. Aún con los ojos cerrados se podía ver un destello enorme de plata y azul, pero incluso cuando el olor acre de la carne quemada llenaba tus sentidos no podías moverte.

—Bueno, eso estuvo cerca– Escuchaste la voz de Thor con una risa cordial.

Lentamente abriste los ojos para ver a tu hermano y Sleipnir parados enfrente de ti. Con un suspiro de alivio, caíste sobre Natasha.

—Pensé que íbamos a morir– Dijiste mientras mirabas a Natasha. La miraste extrañamente cuando te diste cuenta de que su rostro había comenzado a volverse de un tono rojo.

—¿Qué pasa?

—¡Mi pierna!– Ella gimió.

—¡Oh!

Saltaste del suelo y te moviste rápidamente hacia donde estaba Sleipnir.

—Hola muchacho. Ha pasado un tiempo, ¿no?– Te reíste mientras él sacudía la cabeza como si estuviera de acuerdo contigo.

—¿Por qué llamaste a Sleipnir?– Thor preguntó mientras se movía para tocar la cabeza de Sleipnir.

—Mis poderes se debilitaron y, como saben, no puedo recargarlos adecuadamente a menos que-

—A menos que Sleipnir esté contigo por tu conexión– Thor dijo en tono burlón y rápidamente alejó su mano de Sleipnir cuando la criatura alada intentó morderlo.

—Sí lo que sea. Solo vigila con él mientras trato de curar a Nat– Dijiste rodando los ojos. Tocaste el cuello de Sleipnir y viste cómo sus ojos se volvían plateados. Podías sentir el curso del calor a través de tu cuerpo mientras la energía entre ustedes dos fluía. Cuando parecía que hacía demasiado calor, recurriste a Natasha.

—Encuentra algo a lo que aferrarte. Esto va a doler.

—Puedo soportarlo.

Asientes con la cabeza y colocas tu mano sobre su herida.

—No me apuñales después de esto– Dijiste mientras apretabas ligeramente su pierna. Viste como Nat comenzaba a clavar sus manos en el suelo húmedo.

Sus ojos se cerraron y se podía ver lo duro que comenzó a apretar la mandíbula. Con una última presión sobre su pierna, la sueltas.

—Listo ¿Estas bien?

—He estado mejor– Ella gimió cuando se puso de pie.

Podrías ver cómo su mirada cambió en un segundo entero y podrías decir que estaba de vuelta en modo de lucha.

—¡Thor deja de jugar!– Nat le gritó cuando notó que había comenzado a golpear las orejas de Sleipnir como una forma de agitarlo– Y voy a necesitar que me lleves al centro de ese campo de batalla.

—Sí, señora– Dijiste, ni siquiera preguntas si ella todavía estaba sufriendo o no. Montaste a Sleipnir y también ayudaste subir a Natasha.

—Te veré después de esto– Le hiciste un gesto a tu hermano cuando comenzaste a despegar.

Llegaste rápidamente al lugar principal de la zona. Se oían espadas chocando, rugidos asesinos y gritos dolorosos.

—¿Estás segura de esto?

—No te preocupes por mi. Además, Tony y Steve también están allí.

—Simplemente no te lastimes así de nuevo.

—Lo intentaré– Dijo. Le respondiste con una pequeña sonrisa y solo así viste como ella caía en la horda sangrienta debajo de ti.

 𝑶𝒇 𝒈𝒐𝒅𝒔 𝒂𝒏𝒅 𝒗𝒊𝒌𝒊𝒏𝒈𝒔 | Ubbe Ragnarsson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora