CRISI NONA

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Felisinda descubierta

Cuentan que un cierto curioso, mas yo le definiera necio, dio en un raro capricho de ir rodeando el mundo, y aun rodando con él, en busca cuando menos del Contento. Llegaba a una provincia y comenzaba a preguntar por él a los ricos los primeros, creyendo que ellos le tendrían, cuando la riqueza todo lo alcanza y el dinero todo lo consigue; pero engañóse, pues los halló cuidadosos siempre y desvelados. Lo mismo le pasó con los poderosos, viviendo penados y desabridos. Fuese a los sabios y topólos muy melancólicos, quejándose de su corta ventura; a los mozos con inquietud, a los viejos sin salud, con que todos de conformidad le respondieron que ni le tenían ni aun le habían visto, pero sí oído a sus antepasados que habitaba en el otro país de más adelante. Pasaba luego allá, tomaba lengua de los más noticiosos y respondíanle lo mismo, que allí no, pero que se decía estar en el que se seguía. Fue pasando desta suerte de provincia en provincia, diciéndole en todas: «Aquí no, allá, acullá, más adelante.» Subió a la Islandia, de allí a la Groenlandia, hasta llegar al Tile, que sirve al mundo de tilde, donde oyendo la misma canción que en las otras, abrió los ojos para ver que andaba ciego y conocer su vulgar engaño y aun el de todos los mortajes, que desde que nacen van en busca del Contento sin topar jamás con él, pasando de edad en edad, de empleo en empleo, anhelando siempre a conseguirle. Conocen los de el un estado que allí no está, piénsanse que en el otro y llámanles felices, y aquéllos a los otros, viviendo todos en un tan común engaño, que aún dura y durará mientras hubiere necios.

Así les sucedió a nuestros dos peregrinos del mundo, pasajeros de la vida, que ni en la vana presunción ni en el vil ocio pudieron hallar descanso; y así, no hicieron su mansión ni el uno en el palacio de la Vanidad ni el otro en la cueva de la Nada. En medio el umbral de ella persistía Andrenio solicitando quién fuesen aquéllos que estaban metidos de medio a medio en la Nada.

—Ésos —le respondió el Fantástico— son unos ciertos sujetos que aún son menos que nada.

—¿Cómo puede ser eso? ¿Qué menos pueden ser que nada?

—Muy bien.

—¿Pues qué serán?

—¿Qué? Nonadillas, que aun de la nada no se hartan, y así les llaman cosillas y figurillas, y ruincillos y nonadillas. Mira, mira aquél cómo anda echando piernas sin tener pies ni cabeza; hombreando el otro sin ser hombre.

—¡Qué cosilla tan ruincilla aquélla de allá, acullá!

—Pues a fe que tiene harto malas entrañuelas. Verás hombres de carne momia, y momios los que deberían ser los primeros. Mira qué de sombras sin cuerpos y qué de figurillas de sombra y sobra: hallarás títulos sin realidad y muchas cosas de sólo título. Mira qué de impersonales personas y qué de estatuas sin estatua. Verás magnates servidos con vajillas de oro entre costumbres de lodo y a[un] estiércol; muchos nacidos que aún no viven, y muertos que no vivieron. Aquéllos de acullá eran leones que, en teniendo cama, fueron liebres; y estos otros, nacidos como hongos, sin saberse de dónde ni de qué. Mira hacer los estoicos a muchos epicúreos y la follonería pasar por filosofía; mira lejos de aquí la fama y muy cerca la fame. Verás mal vistos los que están en alto y muchos hijos de algo que pararon en nada; verás muchas hermosuras perderse de vista y las más lindas por bellas; verás que no son de gloriosa fama los que de golosa voluntad, y venir a morir de hambre los más hartos; verás pedir y tomar a los que no se les da nada, y a muchos tenidos por ricos, que aun el nombre no es suyo. No hallarás sí sin no, ni cosa sin un sino. Verás que por no hacer caso se pierden las casas y aun los palacios, y por no curarse de lo mucho todo fue nada. Mira muchos cabos que acaban con todo, si no con el enemigo, y por eso nunca se acaban las guerras, porque hay cabos. Verás que todo buen verde fue sin fruto y que las verduras no granan; toparás muchas arrugas en agraz seco, y pocas en sazonadas pasas; sentirás lo más bien dicho sin dicha y toda gracia en desgracia, grandes ingenios sin genio y sin dotor muchas librerías; oirás locos a gritos, y las menos cuerdas más tocadas. Los que debrían ser Césares son nada, y las más grandes casas sin un cuarto. Verás encogidos los más estirados y a muchos hacer vanidad de lo que es nada. Buscarás hombres y toparás con trasgos, y el que creíste ser de terciopelo es de bayeta. Verás sin ceros los más sinceros, y al que no tiene cuentos no ser de cuenta. Ya las dádivas y dones son aire, pues donaire. Verás, finalmente, cuán mucha es la nada y que la nada querría serlo todo. Mucho más dijera, que tenía mucho que decir de la Nada, a no interrumpirle el Ocioso, que acercándose a Andrenio, intentó a empellones de dejamiento arrojarle dentro de la infeliz cueva y sepultarle en medio del fondón de la Nada. Viendo esto el Fantástico, asió de Critilo y comenzó a tirar de él hacia el palacio de la Vanidad, llenándole los cascos de viento. Fatales ambos escollos de la vejez, tan por extremo opuestos que en el uno suele peligrar de ociosa y en el otro de vana. Pero fue único remedio darse ambos las manos, con que pudieron templarse y hacer un buen medio entre tan peligrosos extremos. Asieron de la Ocasión, que aunque cana, no calva, y a pura fuerza de razón y de cordura salieron del evidente riesgo de su pérdida.

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