TORO Y LA REINA DE CORAZONES

Capítulo 15

Capítulo 15

Tras el escape, Calvin se reunió con los secuaces que le quedaban.

- Van a tener todo listo para mañana. Ese juicio terminará mal para Carter...voy a aniquilarla a ella y a los que la ayudan.

Dos de ellos dijeron.

- Señor Calvin...la verdad es muy difícil ganarles a los justicieros, al Ranger y al indio...

- ¡A ustedes les pago para que hagan su trabajo!- gritó, golpeando una mesa, para luego beber senda copa de whiskey.- Así que deben hacer lo que les he dicho. Ahora, lárguense.

Esa noche, Mildred estaba algo triste. Se encontraba en el resguardo donde Toro y John Reid habían elegido para protección de ella.

- Ustedes se arriesgan mucho por mí- dijo Mildred.

- Yo arriesgarme por ti siempre...-añadió Toro.

John Reid replicó.

- No se preocupe, señorita. Las cosas están a su favor.

- Pero Calvin Candie tiene mucho poder...-dijo temerosa.

- ¿No confiar en Kemosabe y en mí?- preguntó Toro.

- Claro que sí- aclaró ella- pero aun así...

- Descuide, Mildred- añadió John Reid- todo va a salir bien. Bueno, los dejo...Rebecca está esperándome.

El Llanero se despidió de ellos y subió a Silver.

Toro hizo ademán de marcharse. Sin embargo, Mildred lo detuvo por el hombro.

- Toro...

Él entrecerró los ojos. Luego se volvió frente a ella.

- Yo deber irme...yo vigilar...

Pero ella lo calló con un beso y lo obligó con caricias a perderle el respeto y someterla a sus deseos.

Aquella cabaña los vio encontrar el ritmo de la pasión entre sus paredes.

El comanche justiciero la besaba con fruición y caluroso anhelo. Ella suspira intensamente.

- Toro...

- Tú no temer...yo amarte toda la noche...

Mordió con dulzura el lóbulo de su oreja, descendiendo despacio por su cuello. Mildred aprendió una palabra en comanche que dijo al oído de Toro, el cual se encendió de pasión y respondió con un beso muy apasionado.

El indio decoró con su saliva el par de frutillas que decoraban los montículos femeninos. El sabor le demostró lo que ya sabía, y de lo que se sentía muy orgulloso.

Su boca se llenó de la delicia de la sensualidad de su intimidad, haciéndola estremecerse de lo lindo.

Y momentos más tarde, ella se volcaba trémula, sostenida por él hasta que dar vencida por el dulce cansancio.

Se quedaron dormidos en el suelo de la cabaña, cubiertos con una manta. Pero en la madrugada, él la llevó en brazos hasta la cama y la dejó descansar.

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A la mañana siguiente, Calvin Candie ya se encontraba en el juicio.