Capítulo 16 FINAL

40 5 2
                                    


Cap. 16

En la cabaña de Rebecca Reid, John, el Llanero y ella se reunían después de mucho tiempo de estar separados.

- Tuve mucho miedo por ti- dijo Rebecca, acariciando el pecho de John.

- No te preocupes, sabes que siempre me cuidaré para ti.

- No juegues con tu vida, ya no quiero tener miedo por lo que te pase- comentó Rebecca.

- Tranquila...¿dónde está Danny?

El pequeño salió y abrazó a su tío, con el mismo cariño que tendría para su padre.

- Tengo miedo, tío...

- No te preocupes, hijo, estoy bien.

- ¿Y el tío Toro?- preguntó el pequeño.

- Está bien, también, no temas. Está ahora atendiendo un asunto pendiente. Pero no se apuren, estaré con ustedes durante un tiempo.

Rebecca y Danny estaban felices. Al menos unos días de tranquilidad.

Mientras tanto, Mildred y Toro iban montados en Scout, dirigiéndose hacia la montaña.

- ¿A dónde vamos?- preguntó Mildred.

- Nosotros ir monte arriba- dijo Toro- vamos a la montaña para respirar un poco de aire y bajaremos con los hermanos comanches.

Mildred escuchó que Toro silbaba. Honey descendió acercándose, rozando a Scout y quedándose quieta.

- Mi linda niña- dijo Mildred.

- Ella esperar paciente a su garañón.

Toro ayudó a descender a Mildred y subieron a la colina.

La sentó en su regazo y le preguntaba cosas dulces al oído.

- Decirme...¿en qué piensas?

- No lo sé- dijo Mildred- han pasado tantas cosas juntas...no quisiera ni recordar.

- No recordar...sólo sentir...-le dijo dulcemente mientras acariciaba su mejilla, para luego pasar sus manos por su cintura que empezaba a borrarse.

Mildred se recostó en el pecho de Toro para sentir sus manos. Toro las subió para acariciar su cuello y descender por su escote. Ella misma se volvió frente a él y se quitó el vestido despacio, acunándose en el regazo del comanche.

Él no perdió tiempo y regaló caricias intensas en aquellos puntos de su piel, haciéndola enardecer de deseo.

Pronto, ansiosa y febril, se fundía con Toro, quien la sostenía por las caderas mientras ella se reclinaba despacio; al fin él acariciaba sus labios y entrecerraba los ojos para dejarse vencer por la pasión.

Más tarde, ella dormía en una manta, cubierta por su vestido. Toro, en tanto, organizaba las monturas. La despertó para seguir su camino.

Cuando la noche caía, juntos dormían en la manta. Pero Toro se levantó notando que ella no se encontraba a su lado. ¿Dónde podía estar?

Se levantó, avanzó algunos pasos y la encontró lavándose la cara y los labios.

- ¿Estar bien?

- Sí, Toro...-observó- me dio mal del vientre...como dicen los nuestros. Es que el niño es fuerte...como su padre.

Toro la estrechó y luego le dijo:

TORO Y LA REINA DE CORAZONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora